Las masas buscaban esperanza y salvación en medio de las ruinas
Con la llegada del Ari (Arizal) en el siglo XVI, la Kabalá comenzó a difundirse todavía más. Muchas autoridades halájicas, reconociendo la importancia de estas enseñanzas y su impacto en el pueblo, comenzaron a incorporar enseñanzas kabalísticas en sus dictámenes, especialmente en el período que siguió a las masacres de Chmelnicki (1648-1649), que comenzaron en el este de Ucrania y se extendieron a Europa, dejando casi un millón de judíos muertos y miles de comunidades judías en ruinas. Las masas buscaban esperanza y salvación en medio de las ruinas, y estaba abiertas a recibir lo que fuera que pudiera sacarlas de su desesperación.
Muchas autoridades halájicas, reconociendo la importancia de estas enseñanzas y su impacto en el pueblo, comenzaron a incorporar enseñanzas kabalísticas en sus dictámenes
Por desgracia, los temores de aquellos que deseaban contener la Kabalá (por miedo a que llegaran a personas indignas) se hicieron realidad en aquella época. Un predicador judío muy carismático llamado Shavtai Tzvi empezó a adoptar la Kabalá en el año 1666, usándola como base para su interpretación herética de sí mismo en el rol del tan anhelado Mashíaj.
Shavtai Tzvi llevó a la perdición a miles de personas, entre ellos muchos líderes rabínicos de aquella generación, y fue el único responsable de la destrucción de cientos de comunidades judías en todo el mundo que se convirtieron en sus seguidores y acabaron siendo apóstatas. El shabateanismo continuó bien entrado el siglo XVIII, carcomiendo la base de la fe judía y alejando a miles y miles de judíos de sus raíces.
Como consecuencia del caso Shavtai Tzvi, la Kabalá nuevamente fue el foco de una agitada controversia. “¿Debía ser revelada…?” – “¡Pero la necesitamos para sobrevivir…!”. Estas controversias produjeron acalorados debates y estos, a su vez, condujeron a enfrentamientos abiertos y entonces entró en escena el Baal Shem Tov.