El potencial de cada persona radica en desarrollar los pensamientos que llegan a la cabeza.
Cómo crear nuestro propio “espacio vacío”
Hemos visto que el potencial de cada persona radica en desarrollar los pensamientos que le llegan a la cabeza. También hemos visto que el “espacio vacío” es aquel campo abierto en el cual la persona puede formar su propio mundo. En un maravilloso paralelismo con el Acto original de la Creación, el corazón, al ser influenciado por los pensamientos de la mente, tiene la capacidad de crear su propio “espacio vacío” dentro del cual puede tener lugar una nueva creación.
El Rebe Najman explica que esto se lleva a cabo por medio de la capacidad que tenemos de elegir qué pensar. Si elegimos pensamientos buenos, de servir a Dios y de realizar buenas acciones, vamos a ir formando tendencias y deseos positivos y vamos a ayudar a construir el mundo.
El potencial de cada persona radica en desarrollar los pensamientos que le llegan a la cabeza
Pero si elegimos pensar en cosas malas e inmorales, entonces vamos a llenar el hueco de nuestro corazón con contaminación espiritual y emocional. Y al encaminar nuestro potencial en esa dirección vamos a terminar formando deseos negativos y contaminando el mundo.
Si viéramos con claridad los resultados de nuestras decisiones, nos sería muy difícil no elegir el bien y servir a Dios. Si percibiéramos con claridad la Sabiduría de Dios y Su grandeza, seríamos consumidos por un deseo irresistible de unirnos con Su Luz Infinita. Al saber que nuestra misma alma está arraigada en Dios y que Su aliento nos conecta directamente a Él, jamás querríamos apartarnos de Su Presencia. De hecho, es esta relación tan especial con Dios la que, para comenzar, nos da el potencial que tenemos.
Sin embargo, a fin de desarrollar dicho potencial, primero debemos experimentar un tzimtzum, una constricción de Divinidad, y crear un “espacio vacío” propio dentro del cual operar. Así como la Luz de Dios estaba en todas partes, y aun así, Él hizo un hueco para hacer “lugar” para la Creación, también debemos “hacer lugar” para una “buena creación” dentro del corazón de cada uno de nosotros, para que la Divinidad pueda entrar y residir allí. Y esto lo logramos al pensar en cosas buenas y suscitar niveles de conciencia cada vez más elevados y mejores. Entonces podemos merecer una revelación aún mayor de Divinidad.
De hecho, al transformar el corazón en un “espacio vacío” a fin de recibir Divinidad, podemos formar nuevas creaciones con tan sólo tener buenos pensamientos. Y entonces podemos llegar al nivel de realizar milagros, emulando el milagro original de la Creación (véase Likutey Moharán I, 49:4, 13).