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Todo ha terminado menos los gritos

Autor: Ozer Bergman
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Clamaron a Dios en su angustia; Él los salvó de sus crisis” (Salmos 107:6)

 

(Lo que sigue es una traducción de Likutey Halajot. El “yo” es Reb Noson hablando).

 

Escuché de la santa boca del Rebe una asombrosa explicación de la grandeza de Dios. Pero a medida que continuaba, comenzó a dar ánimos, diciendo palabras para resucitar e inspirar a cualquiera que haya retrocedido, reincidido o se haya alejado de la judeidad, sin importar cuán profundo sea su colapso o cuán frecuente sea su recaída. Que Hashem nos proteja.

 

La grandeza de Dios es incomprensible, mucho mayor que la grandeza de la Torá. La grandeza de Dios es tal que permite que todo sea corregido y enmendado. La teshuvá (retorno a Dios) es más fundamental y poderosa que la Torá. “Pero”, le pregunté, “¿cómo se alcanza el privilegio de hacer semejante teshuvá?”.

La grandeza de Dios es incomprensible, mucho mayor que la grandeza de la Torá. La grandeza de Dios es tal que permite que todo sea corregido y enmendado

Respondió: “Es posible llegar a tal nivel, pero hay una condición. No hay que renunciar nunca a la eficacia de gritar a Dios, de rezarle y pedirle. Es absolutamente necesario ocuparse de gritar, rezar y pedir a Dios, incansablemente, durante todo el tiempo que sea necesario y más, hasta llegar a esta teshuvá”.

 

Gritar a Dios, suplicarle a gritos: esto es lo esencial de la teshuvá. Esto es lo que el rey David nos dice aquí: “El rostro de Dios está puesto contra los malhechores, para cortar su nombre del mundo. Ellos aúllan y Dios los escucha, salvándolos de todos sus problemas” (Salmos 34:17- 18). Esto significa exactamente lo que dice. Aunque esté al borde de la destrucción, si el malvado Le clama a Dios pidiendo Su cuidado y Su ayuda, Dios lo salvará de todos sus problemas. Nuestros Sabios dicen lo mismo: la persona siempre se beneficia cuando clama a Dios, ya sea antes del decreto o después (Rosh HaShaná 18a).

Esta idea -de lo necesario y poderosamente efectivo que es clamar constantemente a Dios, incluso para el judío más deprimido- aparece muchas, muchas veces, en particular en el Salmo 107: “Se extraviaron en el desierto… y clamaron a Dios… y Él los enderezó; viviendo en las tinieblas y en la sombra de la muerte, atados con sufrimiento y cadenas… aullaron a Dios, y Él los rescató;… locos sufriendo por su camino pecaminoso…y clamaron a Dios…y Él los sanó; bajando al mar en naves…arrojados al cielo, hundiéndose en las profundidades…gritaron a Dios…y las olas se aquietaron”.

הנשמה שלי קוראת לך

Todo el salmo habla de los altibajos de la vida en la persona que busca a Dios. El denominador común de cómo superar los problemas -obstáculos, confusión, tentaciones- es: “Clamaron a Dios para que los rescatara de sus problemas”. Siempre que la persona clama a Dios porque está muy, muy lejos de Él, atrae sobre sí la santidad de Yom Kippur, la teshuvá por excelencia. ¿Cuál es la conexión? El Maljut (Reino) de Dios es tan fuerte como la fe que el pueblo judío tenga en él. Gritar a Dios una y otra vez, pidiendo ayuda y rescate, alimenta Su Malkhut, elevándola por encima y más allá de la Torá, hasta las raíces de la Torá (conocidas en el lenguaje de la Cábala como Biná e Ima Ilaá). Allí todo se transforma en bondad, siempre y cuando la persona no se rinda.

 

El grito del judío hacia Dios es el alimento -noble y espiritual- para el Reino de la Kedushá (Santidad) y toda empresa sagrada. Es el alimento de la Maljut de Dios en Yom Kipur, poniendo la Maljut (la sefirá) más alta que la Torá, donde puede arreglar y perdonar todo pecado.

 

Aunque no entiendas ni una sola palabra de la Cábala, esto sí lo puedes entender: Clamar a Dios siempre va a ayudar, y mientras vivas, y no importa lo que tengas que vivir, ¡tienes que clamar, clamar, y seguir clamando!

 

¡Gmar jatimá tová! ¡Que el veredicto final sea a tu favor!

 

  • Basado en Likutey Halajot, Nedarim 4:27

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