Perlas de la Parashá – Masei

33:1 Estos son los viajes

 

Cuando la persona rectifica su fe, atrae la compasión de Dios

 

Nuestros Sabios enseñan que, debido a que los judíos hicieron el becerro de oro y declararon “EiLeH Elokekha – Estos son vuestros dioses”, tuvieron que experimentar “EiLeH masei – Estos son los viajes” (Midrash).

 

Los viajes son una forma de rectificación de la idolatría y de la fe manchada (LM I, 40).

 

Siempre que prevalece la idolatría -siendo la idolatría una falta de fe- se despierta la ira Divina (Sifrei, Reé). Pero cuando la persona rectifica su fe manchada y elimina la idolatría, elimina la ira Divina y, en su lugar, atrae la compasión de Dios (LM II, 62).

 

La fe en el tzadik nos eleva a nuevas alturas

 

Estos versos nos muestran cuán grande es la fe en el tzadik, pues Moisés fue capaz de llevar a los judíos al arrepentimiento después de hacer el Becerro de Oro, y los elevó hasta el punto de que sus viajes aparentemente mundanos pasaron a formar parte de la Torá. Es decir, viajaron para rectificar sus pecados, pero a través de su arrepentimiento, sus viajes se santificaron y ahora son parte integral de la Torá.

 

Por eso, está escrito: “Moisés escribió sus exilios y sus viajes según el mandato de Dios. Estos son sus viajes en sus exilios” (Números 33:2). Primero el versículo menciona el exilio seguido del viaje; luego, el viaje seguido del exilio. Los pecados de los judíos provocaron el exilio y la necesidad de viajar. Pero su arrepentimiento elevó sus viajes y rectificó el exilio.

 

El temor a Dios vence a todos los demás temores

 

Los viajes de los judíos por el desierto les permitieron pisar las kelipot, representadas por las “serpientes y escorpiones” (Deuteronomio 8:15). Estas kelipot se presentan a cada persona en forma de los miedos que siente. Si uno eleva sus miedos al temor de Dios únicamente, entonces logra acabar con todos los demás miedo.

 

Convertir un desierto espiritual en un oasis de Torá

 

A partir de sus viajes, hicieron la Torá. Dondequiera que iban en el desierto, los judíos sometían a las fuerzas del mal y transformaban cada lugar de un páramo espiritual en un oasis de Torá.

 

Nuestros viajes de hoy reflejan aquellos viajes en el desierto.

 

La estancia de los judíos en el desierto, sus viajes y afanes, se reflejan hoy en los viajes que emprendemos cuando vamos a nuestras casas de rezo y cuando viajamos a los tzadikim.

 

El significado más profundo de nuestros viajes diarios

 

El término hebreo Halajá (ley judía) está relacionada con el término Halijá (caminar). Los viajes de la nación judía en el desierto tenían como objetivo buscar, aclarar y elevar las leyes e ideas que hasta entonces estaban ocultas y escondidas.

 

Lo mismo se aplica a cada persona hoy en día. Cada persona debe ver sus viajes como formas de aclarar los caminos para acercarse a Dios, y de elevar los caminos que aún no han sido bien transitados con espiritualidad al servicio de Dios.

 

 

El poder protector de Azamra! y Ayeh?

 

Dos mil codos de tierra rodeaban cada ciudad levita. Los 1000 codos interiores debían dejarse vacíos para uso de los habitantes. Los 1000 codos exteriores estaban destinados a campos y viñedos (Rashi).

 

En hebreo, ELeF (mil) se escribe igual que ALeF (la primera letra del alfabeto hebreo). Para refugiarse verdaderamente de las fuerzas del mal, uno necesita las dos lecciones del Rebe Najman que comienzan con la letra alef.

 

¡La primera es Azamra! (¡Cantaré!), que habla de encontrar los puntos buenos dentro de uno mismo (LM I, 282). Porque la “tierra” debe ser plantada, y tú puedes encontrar cosas buenas para “crecer y desarrollar” dentro de ti.

 

Pero cuando pienses que las cosas están muy mal y tengas tantas preguntas sin respuesta, deberás recordar la lección de Ayeh? (¿Dónde?) (LM II, 12). Aunque la “tierra” parezca vacía, desprovista de Dios, no lo está. Sirve para algo, y Dios existe incluso allí.