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Nuevo día, nuevo camino

¿Acaso creemos en nosotros mismos? ¿O nos damos por vencidos incluso antes de hacer el intento?

Imagínate que una mañana abres el periódico y ves el siguiente titular: “El Papa decide convertirse al judaísmo”. ¿No es cierto que sería algo sin precedentes? Sin embargo, sí ha habido algo así en la historia de la humanidad: Itró era el Papa de Midián y adoraba todos los ídolos habidos y por haber antes de decidir convertirse al judaísmo. De hecho, el Baal HaTurim afirma que el valor numérico del nombre Itró (616) equivale al de la frase komer haiá la-avodá zará (él era sacerdote de la idolatría).

Después de ver los grandes milagros que Dios había hecho para los judíos, Itró declaró: “Ahora sé que el Eterno es más grande que todas las deidades” (Éxodo 18:11). En este versículo, el Zohar (Itró 67) comenta: “Entonces Dios fue glorificado desde arriba y desde abajo”. Esto parecería implicar que recién entonces tuvo lugar esta máxima santificación del Nombre de Dios. Pero es evidente que en la época de nuestros Patriarcas también tuvo que haber ocurrido una mayor santificación del Nombre de Dios. La respuesta es que cuando más alejado está algo de la Divinidad, más grande es su potencial de revelar Divinidad. Por eso, cuando Itró, que era el Papa de Midián, se convirtió al judaísmo, todo el mundo habló de eso. Todos sus seguidores, que jamás habían creído en el monoteísmo, vieron a su líder volverse monoteísta. ¿Qué más grande santificación del Nombre de Dios podía haber?

Cuando más alejado está algo de la Divinidad, más grande es su potencial de revelar Divinidad

Nosotros, sin ser el Papa, tenemos la misma capacidad de santificar el Nombre de Dios. Cada día es una creación absolutamente nueva, una nueva oportunidad de revelar Divinidad en el mundo. No importa lo que pueda haber pasado ayer, Dios hizo el día de hoy a medida para que pudiéramos hacer cada uno su contribución a su propia manera. Y no sólo eso, sino que si ayer fue un mal día, hoy tengo todo el potencial de traer luz y Divinidad a ese mismo lugar en el que ayer caí. Y por mucho que haya descendido espiritualmente, ahora puedo volver a subir, aquí y ahora. Esto no es algo que los ángeles puedan hacer, y ni siquiera los más grandes tzadikim. Dios nos dio esta capacidad a todos.

¿Acaso creemos en nosotros mismos? ¿O nos damos por vencidos incluso antes de hacer el intento, pensando que ya es demasiado tarde? El Rebe Najman exclamó: “¡Gevalt! ¡Nunca bajes los brazos!”. Continúa haciendo lo que venías haciendo, incluso si eso implica tener que empezar de nuevo una y otra vez y así cada vez te vas a poder conectar con Dios allí donde estés. Si nuestros Rabinos dijeron acerca de alguien que toda su vida pecó y que se arrepintió un momento antes de morir, que todos sus pecados le son perdonados, entonces cuánto más bendito es aquel que retorna a Hashem una y otra vez. Esta persona está revelando la Divinidad constantemente en los lugares adonde otros más grandes que él temen siquiera acercarse.

Dijo Itró: “Ahora sé que el Eterno es más grande que todas las deidades, porque con aquello que ellos complotaron, Él se les opuso”. Y comenta Rashi: “Con la caldera con que ellos cocinaron, fueron cocidos”. Tal vez Itró también haya querido decir: “Ahora en especial veo lo grande que es realmente Dios, ¡porque veo que el lugar al que descendí se volvió el trampolín para la más grande manifestación de Su Gloria!”.