Página principal Parashat HaShavua Devar Torá para Parshat Devarim

Devar Torá para Parshat Devarim

Autor: Sarah E
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Basado en Likutey Moharan II, Lección #8

La Torá nos dice:

El primer día del undécimo mes, Moshé habló a todos los israelitas cuando stos estaban del otro lado del Jordán, en el desierto, en las llanuras, frente a Suf, entre Parán y Tofel, Lavan, Jatzeirot y di Zahav (Deuteronomio 1:1).

Rashi nos dice que esto significa realmente: Moshé recordó sutilmente a todos los israelitas que se habían comportado mal cuando se lamentaron de no haber muerto en el desierto; cuando adoraron a Peor en las llanuras de Moav; cuando se rebelaron en la orilla del Suf; al quejarse del maná, que era laván (blanco); con la oposición de Koraj en Jatzeirot; y al adorar al Becerro de Oro porque tenían demasiado zahav (oro).

Rebe Najman enseña que hay que tener cuidado al ofrecer una reprimenda. La mayoría de las personas son tan parciales -y están a la defensiva- que si alguien intenta corregirlas directamente, el comportamiento inadecuado, y su(s) causa(s) subyacente(s), se afianzan aún más en la persona. La persona puede desesperarse por mejorar, otra puede volverse antagónica…

La reprimenda adecuada, dice el Rebe Najman, no sólo mejora a la persona, consiguiendo que abandone su comportamiento impropio, sino consiguiendo que se comporte bien, con todo su potencial. Pero para poder hacerlo, hay que adoptar una determinada “voz”, la voz que riega el Jardín del Edén. En el Jardín crece todo tipo de fragancia y conciencia Divina. Esta voz especial es el sonido de la Canción del Futuro.

El proceso necesario para alcanzar dicha voz es largo. Mencionaremos sólo un paso: el cuidado que uno necesita para usar adecuadamente su compasión. En el libro Sabiduría y Enseñanzas de Rabí Najman #23, el Rebe señala que, debido a que la compasión visible por aquellos que carecen de un nivel de vida decente es tan desgarradora, nadie quiere ser objeto de tal compasión. En consecuencia, persiguen lo material, a menudo con demasiado entusiasmo. Pero, señala, la compasión por las almas hambrientas y desnudas a las que se les niega la entrada al Mundo Venidero es mucho peor.

Así que hay que ser sagaz y prever las consecuencias a largo plazo de las propias elecciones. Aunque ciertamente debemos atender nuestras necesidades físicas, tenemos que considerar cuidadosamente cuánto es realmente necesario para nuestro bienestar físico (y no sólo para la supervivencia), y equilibrarlo con cuánto necesitaremos para “alimentar y vestir” a nuestras almas por la eternidad. Cuanto más ejerzamos la compasión de forma adecuada, “reprendiendo” y mejorando nuestro propio ser, más cerca estaremos de poder “regar” compasivamente las almas resecas de los demás.

 

 

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