En Parashat Devarim, Moshé pregunta: Eijá, ¿Cómo… cómo puedo llevar tus problemas y tus cargas? ¿Cómo puedo llevar tus conflictos, yo solo? En realidad, Moshé está preguntando: ¿Cómo puedo juzgarte?
La verdad es que Hashem es el único que realmente sabe cómo juzgar a cada persona. Sólo Hashem conoce toda la historia de la vida de una persona y todas las influencias de su entorno. Sólo Hashem conoce las capacidades intelectuales y las situaciones emocionales de cada persona, como así también sus intenciones. Hashem conoce nuestros pensamientos. Él sabe cómo nos creó y cuál es nuestro propósito en la vida.
Pero cuando una persona juzga a otra, su capacidad de juzgar es limitada. Podemos ver sólo una parte de quién es esa persona. Sólo podemos referirnos a una cantidad minúscula de la vida de esa persona. Cuando juzgamos a otro, estamos muy cegados; somos muy limitados. A menudo, sacamos conclusiones erróneas.
Es tan importante recordar esto, especialmente durante los Nueve Días, que es una época de peligro, luto y tristeza para el pueblo judío. Todavía estamos lidiando con la pérdida del Beit Hamikdash, el Templo Sagrado. Todavía estamos en el exilio. Estamos tan alejados de cómo deberíamos vivir que ni siquiera entendemos realmente esa cercanía a Hashem que solíamos tener. Este es el momento en el que es tan importante juzgar a los demás favorablemente. Tenemos que ser “dan l’kaf zjut”, dar el beneficio de la duda siempre que sea posible.
Tenemos que intentar pasar por alto los errores de los demás, aunque nos perjudiquen. Tenemos que dejar pasar las cosas.
Tenemos que tener cuidado de no juzgar negativamente a las demás personas. Incluso nuestro mayor profeta, Moshe Rabenu, tenía miedo de juzgar a otros judíos.
Que tengas un día en el que des a los demás el beneficio de la duda. Que ellos también te den el beneficio de la duda a ti. Y que tengamos el mérito de ver la llegada del Mashíaj en nuestros días. Amén.
