Este artículo fue escrito tras la terrible catástrofe de Meron, en memoria y para la elevación del alma de un amigo cercano que falleció en la celebración de Lag B’Omer, el rabino Shimon hijo del rabino Yosef (que tenga una larga vida) Matalon, un jasid breslovero y un alma preciosa que siempre saludaba a todos con el semblante radiante de luz. Era una persona amada por todos, que tenía un carácter excelente y era un educador devoto. Rab Shimon le dijo a un amigo que sólo iba un minuto al encendido de la fogata y que volvería enseguida, pero nunca regresó…
Junto con todo el pueblo de Israel, lloramos la trágica muerte de nuestros hermanos santos que fueron a participar y regocijarse en la celebración del yartzeit (aniversario del día del fallecimiento) del Santo Tana Rabí Shimon Bar Yojai en Lag BaOmer. Nuestros corazones están con las familias afligidas y rezamos al Creador para que ponga fin a todas las tragedias.
Lag BaOmer es un día sagrado y sublime y es también un día de alegría. Hay dos razones principales para estar alegres en este día. La primera es que este fue el día en que Rabí Shimon Bar Yojai reveló grandes secretos de la Torá, justo antes de su muerte. Y la segunda es que los discípulos de Rabí Akiva dejaron de morir en este mismo día.
Junto con todo el pueblo de Israel, lloramos la trágica muerte de nuestros hermanos santos que fueron a participar y regocijarse en la celebración del yartzeit (aniversario del día del fallecimiento) del Santo Tana Rabí Shimon Bar Yojai en Lag BaOmer.
Qué triste que precisamente en este día de festejo tantos queridos hermanos hayan muerto de una manera tan trágica.
No queremos abordar las circunstancias de la catástrofe, aunque es importante hacerlo para prevenir sucesos similares en el futuro, Dios no lo permita. Pero esto lo vamos dejar a los profesionales cuyo trabajo es investigar esta clase de asuntos. Más bien, queremos centrarnos en la tristeza, la pena, el dolor y el llanto por aquellos judíos honrados que viajaron a Meron para alegrarse de la celebración de Rabí Shimon Bar Yojai y murieron en circunstancias tan trágicas, dejando atrás a padres desconsolados, viudas e hijos huérfanos.
No pretendemos entender el balance de la contabilidad del Creador, Cuyas capacidades son ilimitadas. El Santo Bendito Sea seleccionó específicamente a aquellos que merecerían cumplir el versículo: “Santificaré a los que están cerca de Mí”.
También nos gustaría abordar la pregunta que muchos se han hecho: Rabí Shimon, después de todo, era un santo Tana y quería que viniéramos y nos regocijáramos en su celebración, así que ¿cómo pudo Dios hacer tal cosa? ¿Cómo pudo ocurrir una catástrofe tan terrible precisamente en un día tan alegre? ¿Por qué Hashem permitió que ocurriera tal cosa que detuviera la celebración y convirtiera los festejos en luto?
Además, no vamos a adoptar el enfoque de decir: “Somos culpables”, “Las cosas no estaban bien organizadas” o “La escritura estaba en la pared”. Dejaremos que sean los responsables los que hagan ese análisis. En lo que a nosotros respecta, todo lo relacionado con estos asuntos debe permanecer en el aspecto de “el hombre prudente guarda silencio en ese momento” (Amós 5:13). Nuestra intención es únicamente aprender una lección a partir del difícil y doloroso acontecimiento de cómo acercarse al Creador y cómo avanzar desde aquí, a la luz de lo que está escrito en la sección de la Torá de esta semana.
El Mishkan (Tabernáculo) fue construido para expiar el pecado del Becerro de Oro. Desde el día después de Yom Kipur hasta Rosh Jodesh (el primer día del mes de) Nisan, toda la Nación de Israel estuvo involucrada en la construcción del Mishkan, que comenzó con las donaciones individuales y de corazón y terminó con la finalización de la construcción del Mishkan. En el primer día de Nisán, toda la nación de Israel se reunió con anticipación y emoción para este evento trascendental: ¿acaso Se reconciliaría realmente el Creador con nosotros y nos perdonaría el Pecado del Becerro de Oro, la rebelión contra Él?
Aarón entró en la Tienda de la Reunión, y Moisés junto con él, para rezar para que la Shejiná (Presencia Divina) se posara sobre el Mishkán. Toda la nación vio descender a la Shejiná: “Un fuego salió de delante de Dios y consumió el holocausto y las grasas sobre el Altar. Cuando todo el pueblo vio esto, cantaron alabanzas y se postraron sobre sus rostros” (Levítico 9:24). El Midrash relata que ese mismo día “tomaron diez coronas”, y hubo gran alegría en todo el mundo.
El dolor era insoportable, y fue precisamente en medio de tal tragedia que se reveló la gloria y la grandeza de Aarón el Kohen: “Y Aarón guardó silencio”. No dijo una palabra. No hizo ninguna pregunta. Simplemente aceptó la verdad del decreto celestial. No preguntó: ¿Cómo es posible que en un momento de tal revelación de la gloria de Dios y en un lugar tan sagrado, parezca ser que el Creador se ha alejado permitiendo que ocurra tal catástrofe? ¿Por qué ocurrió esto justamente ahora en medio de tanta alegría y no en otro momento distinto?
“Moisés le dijo a Aarón: “A esto se refería Dios cuando dijo: ‘Seré santificado a través de los que están cerca de Mí, y seré glorificado ante todo el pueblo’. Y Aarón guardó silencio” (Levítico 10:3).
Es difícil decir algo -incluso las condolencias- a las familias afligidas y desconsoladas que están tratando de lidiar con un dolor y un luto increíbles que están casi más allá de la comprensión. Toda la nación está de luto junto con estas familias.
Y en este momento, hay que alabarlos, porque a pesar de la dura realidad, a pesar del profundo y atroz dolor, nunca ha habido un nivel tan alto de aceptación del juicio estricto como hemos visto durante estos días. Esto no tiene precedentes, y es como sucedió en: “Y Aarón guardó silencio”.
¿Cómo se sigue adelante después de un desastre como este?
Las secciones de la Torá de esta semana son Behar y Bejucotai (dos porciones que se leen juntas en un mismo Shabat). En la parashat Bejucotai, la Torá advierte que, si nos alejamos de Dios y de Su Torá, nos expondremos, Dios no lo permita, a la desgracia y al sufrimiento. A pesar de todo, al final de la reprimenda la Torá escribe: “A pesar de todo esto, cuando estén en la tierra de sus enemigos, no los despreciaré ni los detestaré hasta el punto de destruirlos y romper Mi pacto con ellos. Porque Yo soy Hashem su Dios” (Levítico 26:44).
A pesar de todo, la Nación de Israel anticipa y anhela el día en que se acercará al Creador.
Nuestro amor por el Creador del mundo es más grande que todas las tentaciones del mundo.
Esta es esencialmente la única esperanza que nos queda en este amargo exilio: nuestro compromiso y anhelo de volver al Creador con todo nuestro ser. Todos anhelamos y esperamos volver al Creador, a nuestro país y a la Sagrada Torá, a pesar de todas las dificultades y el sufrimiento que todos tenemos, y que el Pueblo de Israel experimenta como nación en general: las desavenencias sociales, el alejamiento del Creador y los trágicos acontecimientos que todos y cada uno de los miembros de Am Israel atraviesan en privado.
Al final, no podrán alejarnos del Creador, porque nuestro deseo de regresar al Creador es más fuerte que todas las tentaciones y manipulaciones del mundo.