Si el Libro de los Salmos tiene una ventaja especial, es el hecho de que se puede recitar dondequiera que estemos: en la sinagoga, en casa, en la oficina, en el hotel, mientras viajamos, etc. Así ha sido durante miles de años. Las palabras del Rey David nos han acompañado en las buenas y en las malas, y podemos encontrar el Libro de Salmos en todos los tamaños y formatos, desde el micro de la bolsa del talit hasta el mega de la mochila.
Tradicionalmente, el Libro de los Salmos se ha recitado en todos los lugares sagrados, como el Muro de los Lamentos, la Tumba de los Patriarcas en Hebrón, la Tumba de Rajel y la Tumba de Rabí Shimon bar Yojai, por nombrar solamente algunos. Es una antigua costumbre rezar en las tumbas de los tzadikim para que en su mérito nuestras plegarias sean respondidas. Una vez, Rebe Najman estaba hablando sobre la tumba del Baal Shem Tov. Y esto fue lo que dijo: “Las tumbas de los verdaderos tzadikim tienen la misma santidad que la Tierra de Israel. Por lo tanto, es algo muy grande visitar sus tumbas para rezar y recitar los Salmos allí” (Likutey Moharan II, 109).
En referencia a su propia tumba, Rebe Najman dijo: “Todo el que venga a mi tumba, recite los Diez Salmos (el Remedio General o Tikún HaKlalí) y done un poco de dinero para caridad por mí, prometo que intercederé por él. No importa cuán terribles sean sus pecados, ¡haré todo lo que esté a mi alcance para sacar a esa persona del Gehenom!” (Sabiduría de Rebe Najman #141).
(Rebe Najman está enterrado en la ciudad ucraniana de Uman, a medio camino entre Odesa y Kiev). Esta es una promesa increíble, que ningún otro tzadik ha hecho. Piensa en el poder de esta promesa. En virtud de su viaje a la tumba de Rebe Najman, recitando el Remedio General y dando caridad, la persona se ha ganado los servicios de un abogado defensor muy poderoso y elocuente, quien argumentará su caso ante el Tribunal Celestial en el Día del Juicio.
Reb Noson escribe: El Remedio General es una rectificación muy poderosa. Y que en el mérito de esta rectificación, que seamos dignos de ver la venida del Mashiaj, la reunión de los exiliados y la reconstrucción de Jerusalén. Amén (Likutey Moharan II, 92).
(Tomado del libro Cruzando el Puente Angosto: Una guía práctica de las enseñanzas de Rebe Najman, capítulo 8 – Plegaria)