Las paredes escuchan

A principios de la década de 1960, Reb Gedaliah Fleer intentó lo imposible: visitar el tziun (tumba) de Rebe Najman en Uman. La ciudad estaba cerrada a los extranjeros, mientras las autoridades comunistas acosaban a los judíos rusos que hacían la peregrinación anual de Rosh Hashaná. Al llegar a Moscú con visa de turista, Reb Gedaliah se puso en contacto con el único hombre que podía ayudarlo a llegar a Uman: Reb Mijel Dorfman.

 

Exactamente a las 2:00, un hombre con una pequeña barba, que llevaba un gorro ruso decorado, tocó a la puerta. Estaba obviamente asustado y me preguntó si yo era Gedaliah Fleer. Cuando le contesté que sí, entró, sacó un papel del bolsillo y escribió en hebreo: “Las paredes escuchan”. Luego subió el volumen de la radio al máximo y me susurró al oído: “¿Qué haces aquí?”.

 

Le expliqué en yiddish que era estadounidense, que acababa de llegar de Israel y que le traía saludos de su suegro. Reb Mijel tardó un poco en entender que yo era un jasid breslovero y que quería que me llevara al tziun. Cuando por fin entendió, me miró como si estuviera loco.

 

Para saber si decía la verdad, me preguntó: “¿Has estudiado alguna vez los libros de Breslov?”.

 

“Sí”.

 

“¿Quién era la madre de Rebe Najman?”

 

“Feige, la hija de Adel, la hija del Baal Shem Tov”.

 

Entonces me hizo otras tantas preguntas sencillas, que no tuve dificultad en responder. Cada vez que intentaba levantar la voz para que se me oyera por encima de la radio, me señalaba el trozo de papel con las palabras “Las paredes escuchan”. Finalmente dijo: “Lo mejor sería ir a dar un paseo fuera”.

 

Caminamos hasta un puente situado a una manzana de distancia, y nos paseamos de un lado a otro mientras hablábamos.

 

“Pasé seis años y siete meses en la cárcel”, dijo Reb Mijel. “La policía nos mantiene a mis amigos y a mí bajo constante vigilancia. Llevarlos al tziun sería extremadamente arriesgado, y no creo que pueda ponerme en peligro de esa manera. Al fin y al cabo, todavía tengo una hija soltera, ¿y qué será de ella si acabo en la cárcel de nuevo? Lo único que puedo hacer es darte instrucciones explícitas sobre cómo encontrar el tziun, así que escucha bien”.

 

De “Contra viento y marea”