Página principal Parashat HaShavua La Torá de Rebe Najman – Noaj

La Torá de Rebe Najman – Noaj

Autor: Chaim Kramer
על גג העולם!
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“En cuanto a Mí, voy a traer el diluvio sobre la tierra” (Génesis 6:17).

 

La lección principal del Diluvio apunta a la abrumadora “inundación” de pensamientos perturbadores que la persona experimenta a lo largo de la vida. La más poderosa de estas perturbaciones son los pensamientos de inmoralidad, que provocaron el Diluvio en la época de Noaj (véase Rashi sobre Génesis 6:12).

 

Aunque el diluvio cubrió todo el planeta, no entró en la Tierra Santa (Zevajim 116b). Sin embargo, unas pocas gotas llegaron a la Tierra. Así, el “diluvio” de los pensamientos perturbadores amenaza con engullir a todos y cada uno de nosotros, incluso a aquellos que intentan mantener un cierto nivel de santidad en sus vidas. La única esperanza es huir a la Tierra Santa, para santificar las “fronteras” de uno mismo como protección contra los pensamientos perturbadores.

La lección principal del Diluvio apunta a la abrumadora “inundación” de pensamientos perturbadores que la persona experimenta a lo largo de la vida. La más poderosa de estas perturbaciones son los pensamientos de inmoralidad, que provocaron el Diluvio en la época de Noaj

Esto puede lograrse apegándose a los tzadikim. Porque “Los tzadikim heredarán la Tierra” (Salmos 37:29) – la santidad de la Tierra Santa nos es revelada por los tzadikim, y sus enseñanzas y dirección pueden ayudarnos a encontrar refugio de las aguas de la inundación. Por eso está escrito: “Dios se acordó de Noaj [a quien se llama tzadik]” (Génesis 8:1), y poco después, “Dios le dijo a Abraham: ‘Ve a la Tierra’“ (ibíd. 12:1), ya que la revelación de la Tierra Santa comienza con los tzadikim (Likutey Halajot I, p. 482-242a).

Las “aguas de la inundación” son afines a las “muchas aguas” (Rashi sobre el Cantar de los Cantares 8:7).

 

Las “aguas de la inundación” se refieren a las muchas naciones que tratan de abrumar y destruir al pueblo judío. También se refieren al amor y el temor de la persona por las cosas materiales, disociadas del amor y el temor a Dios. Cuando la persona se siente humilde ante Dios, experimenta una intensa sensación de vergüenza ante Él, como si su sangre (comparable a las aguas del Diluvio) se derramara. Entonces la Presencia Divina le protege de las “aguas del diluvio” que la abruman (Likutey Moharan II, 83).

 

La rama de olivo que la paloma le trajo a Noaj (Génesis 8:11) alude al aceite que se encendería en la Menorá del Templo. Esta luz sería capaz de iluminar incluso las tinieblas de la vida: las aguas de la inundación que amenazan con engullir a la persona (Likutey Halajot I, p. 262-132a).

 

 

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