Página principal Mística y Kabalá Kabalá Breslov 11ª parte – Tzimtzum o Constricción 4

Kabalá Breslov 11ª parte – Tzimtzum o Constricción 4

Autor: Chaim Kramer
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En el ámbito de lo potencial, las cosas parecen muy fáciles. Pero cuando ponemos manos a la obra, las cosas no van como las habíamos planeado

En el proceso de comenzar a dar forma a nuestros pensamientos, invariablemente nos enfrentamos a problemas y obstáculos inesperados. Es verdad: aceptamos que habrá desafíos, y estamos seguros de que lograremos superarlos. Pero apenas los enfrentamos, es posible que empecemos a cuestionar nuestras decisiones, a encontrar dificultades físicas (por ejemplo, restricciones de tiempo, familiares o financieras) o nos quedemos estancados en los detalles. Podemos perder la paciencia, sentir frustración y hasta sentir que hemos emprendido una “misión imposible”. Y también podemos sucumbir a la ira.

La constricción nos muestra cómo separar la potencia del acto a fin de que el acto se efectivice.

Pero eso es exactamente lo que se supone que debe suceder (¡Ojo! Sin el enojo ni la frustración!) En el ámbito de lo potencial, las cosas parecen muy fáciles. Pero cuando ponemos manos a la obra, las cosas no van como las habíamos planeado. En la realidad, estas experiencias son el resultado natural de nuestro propio proceso de “creación” personal. Ellas representan el tzimtzum, las constricciones que se nos imponen cuando queremos llevar nuestros pensamientos de la potencia al acto. Sentimos frustración y enojo en especial, debido a que el tzimtzum connota una restricción y también puede implicar enojo.

Una razón por la que Dios creó el tzimtzum fue para enseñarnos la manera correcta de desarrollar nuestro potencial. La constricción nos muestra cómo separar la potencia del acto a fin de que el acto se efectivice. El proceso de separación en sí mismo es una función.

Recuerda que cuando Dios pensó en crear el mundo, fue como si el mundo ya hubiese sido creado. Sin embargo, para que existiera el ser humano, Dios tuvo que, por así decirlo, “separarse” del mundo, para que el hombre no se viera abrumado por Su Luz trascendente. Ese proceso de separación es un proceso difícil (no para Él, sino para nosotros), pero es necesario a fin de pasar de la potencia al acto.

 

 

 

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