El año que viene va a ser diferente

שומעים אותה? הנשמה קוראת לכם

El verano se está yendo rápidamente. Los días se acortan, las noches son mucho más frescas y las hojas han comenzado su hermosa transformación. De hecho, es nuevamente “esa” época del año: la “cabeza” del año está a la vuelta de la esquina.

 

En Rosh Hashaná, no sólo se predeterminan nuestros ingresos anuales, sino que nuestra propia vida pende de un hilo. Decimos en la conmovedora plegaria U’Netané Tokef: “En Rosh Hashaná se inscribirá y en Yom Kipur se sellará – cuántos pasarán de la tierra y cuántos serán creados, quiénes vivirán y quiénes morirán…”

 

Y terminamos diciendo: “Sin embargo, el arrepentimiento, la plegaria y la caridad eliminan el mal decreto”.

 

Sí, así es. Nosotros tenemos el poder de influir en la cabeza o la base del año para mejor, a través de nuestras propias acciones y la caridad que damos. Esta oportunidad parece tan obvia que uno pensaría que sólo un cabeza de chorlito no la aprovecharía. Pero permítanme contarles una historia conocida. Había una vez un rabino que estaba revisando las áreas de su personalidad que necesitaban cierta rectificación. Casualmente, encontró sus notas del Rosh HaShaná anterior y, para su horror, los puntos de su nueva lista coincidían exactamente con los de la lista del año anterior.

Nosotros tenemos el poder de influir en la cabeza o la base del año para mejor, a través de nuestras propias acciones y la caridad que damos. Esta oportunidad parece tan obvia que uno pensaría que sólo un cabeza de chorlito no la aprovecharía.

Año tras año tenemos nuevas intenciones y nuevos propósitos, invertimos nuestra energía y nuestros buenos deseos, pero, a pesar de todo, al final seguimos estancados en lo mismo de siempre. La verdad es que todos deseamos fuertemente hacer teshuvá (retornar a Dios), pero parece que no podemos enmendar nuestro comportamiento.

 

El Rebe Najman enseña que la clave de la teshuvá es escuchar que otros te abochornan y quedarte callado (Likutey Moharan I, 6). Hay muchas maneras de experimentar esta vergüenza o humillación. A menudo se trata de gente que hace comentarios cínicos o se burla de nosotros. Sin embargo, hay una vergüenza mucho más profunda que se experimenta, independientemente de que haya sido provocada por otros o por nosotros mismos. Es la vergüenza que experimentamos cuando interiorizamos nuestros propios fracasos. No hay nada que nos cause más daño que cuando nos damos cuenta de que no hemos alcanzado nuestros sueños y metas, que no hemos logrado lo que tan sinceramente nos propusimos. Si hay una razón por la que estamos estancados, es porque lo hemos intentado sinceramente pero después tuvimos contratiempos, y entonces dejamos que nuestros esfuerzos por hacer teshuvá queden relegados al olvido.

הוא אוצר העבר שמחזיק את המפתח לעתידEl Rebe Najman nos enseña a permanecer en silencio, a no responder a la voz interior del fracaso. La vergüenza que experimentamos es un duro recordatorio de que estamos haciendo todo lo posible por servir a Dios y no a nosotros mismos. No juzgaremos nuestro éxito según el resultado humano, sino que nos alegraremos por nuestro profundo deseo interior de ser piadosos. Ver nuestros propios defectos y, sin embargo, permanecer en silencio y decididos a seguir intentándolo, es el mejor antídoto para nuestro mayor enemigo: nuestro ego.

 

La palabra hebrea que el Rebe Najman utiliza para el silencio es iDOM. Esta palabra tiene un significado adicional, como dice el rey David: “Sé DOM ante Dios, espera con anhelo en Él” (Salmos 37:7). Nuestro silencio no tiene por qué ser un silencio de vergüenza y fracaso, sino que puede ser un silencio de esperanza y anhelo hacia Dios. Cuando reconocemos nuestros puntos débiles, pero vivimos con las increíbles palabras de aliento que nos da el Rebe Najman, finalmente obtenemos la fuerza interior y la fortaleza necesarias para hacer cambios reales.

 

Muchas personas no saben valorar su teshuvá porque piensan que está incompleta y que aún están muy lejos de ser perfectos. Pero la teshuvá consiste en luchar continuamente por el honor y la realeza de Dios, a pesar de los altibajos de la vida. Si nuestros rabinos nos enseñan que el Mundo Venidero puede alcanzarse haciendo teshuvá un momento antes de la muerte, entonces por supuesto que alguien que se dedica a la teshuvá toda su vida es muchísimo más digno. Cuanta más teshuvá hagamos, mejor, aunque no seamos perfectos.

 

Que este próximo año sea un año mejor para todos. Amén.

 

(Basado en Likutey Halajot, Shabat 7)