Página principal Consejos espirituales Hablar ante el rey

Hablar ante el rey

Autor: Yehudis Golshevsky
מלך? זה בדיוק מה שאנחנו צריכים עכשיו!
image_print

Rabi Najman cuenta una parábola:

Había una vez un señor que tenía a su servicio un empleado muy competente. Un día, este señor envió a este empleado a supervisar una ciudad lejana dentro de su feudo. Sin embargo, cuando el empleado llegó a su puesto, no mencionó al señor en absoluto, y la gente tuvo la impresión de que el empleado era en realidad el amo. Cuando necesitaban algo de él, se arrojaban a sus pies y le mostraban todo tipo de honores. Se dirigían a él como “Su señoría”, “Su excelencia”, etc.

En una ocasión, el propio señor acudió a la ciudad para reunirse con el secretario y averiguar por qué la gente no cumplía con sus tareas. Cuando el secretario llamó a un supervisor para que respondiera a las preguntas del señor, el supervisor se inclinó inmediatamente ante el secretario y le llamó “Su excelencia”.

Cuando el señor comenzó a interrogarlo, el supervisor dirigió sus respuestas al secretario en su lugar. El supervisor se deshizo en halagos al empleado, transmitiéndole el honor que debía corresponder al señor. Naturalmente, la cara del empleado se puso negra “como el fondo de una olla” de la vergüenza. Porque no hay mayor vergüenza que esa: que en presencia del señor, le den el honor a él.

 

Rabi Najman explica: El principal honor que recibe la persona se debe al poder del habla, pues el habla es lo único que distingue al hombre del animal. El habla corresponde al Palacio de Dios. Cuando la persona busca el honor a través de la alabanza de otro, o a través de su propio discurso a o sobre otros, está buscando el honor en el Palacio del Rey – que es el honor que Le pertenece a Dios, no a él.

El principal honor que recibe la persona se debe al poder del habla, pues el habla es lo único que distingue al hombre del animal.

Rabi Noson añade que debemos tener mucho cuidado de utilizar nuestra palabra específicamente para honrar a Dios y a las personas justas (que, a través de sus palabras y acciones, revelan a Dios a los demás).

Tal vez esta enseñanza haya contribuido al gran respeto que los jasidim de Breslov se concedieron entre sí a lo largo de las generaciones. El Rabino Levi Itzjak Bender contó: “El cuidado y la sensibilidad con que los Bresloveros se trataban entre sí es difícil de describir con palabras. Nunca decían nada que pudiera interpretarse como un insulto o que denigrara al prójimo de ninguna manera. Hablaban entre ellos con calma y tranquilidad, algo que es raro de encontrar hoy en día”.

 

 

Artículos relacionados

Deja un comentario