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Camino a casa

Autor: breslov.org
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Desde Australia hasta Argentina, desde Suecia hasta Sudáfrica, prácticamente no hay país sin presencia judía. Sin embargo, vivir en los confines de la tierra es muy diferente a vivir en la Tierra de Israel. La pregunta es – ¿cuál es el objetivo del exilio? Seguramente Dios sabe que es mucho más difícil para nosotros retornar a Él estando tan lejos de nuestra tierra natal, del sitio de nuestra vitalidad espiritual.

Nuestros Sabios revelan la respuesta a este misterio: “Los judíos fueron exiliados entre los idólatras sólo para para reunir a los conversos de entre ellos” (Pesajim 87b). Además de los conversos reales, nuestros Sabios están dando a entender el concepto de las chispas de santidad caídas. El Arizal enseña que en todo el mundo hay ocultas muchas chispas de santidad (tal como ocurre con los diamantes, las más preciosas están ocultas en las profundidades de la tierra). A través de estas chispas, el pueblo judío será redimido (Pri Etz Jaim, Shaar Kriat redimido (Pri Etz Jaim, Shaar Kriat Shema 3). Todo esto es parte del plan maestro de Dios.

Cuando vivíamos como una nación en la Tierra Santa, disfrutábamos de una relación especialmente estrecha con Dios. Como suele suceder, cuando una relación es tan íntima, es muy fácil que una de las partes la dé por sentada. Lento pero seguro, nos alejamos de Hashem y dejamos de hacer nuestra parte de crecer constantemente y esforzarnos por progresar cada vez más. Dios, en Su compasión, vio este problema y lo utilizó a nuestro favor. Nos envió a lugares lejanos, a tierras desprovistas de la naturaleza espiritual de la Tierra de Israel, a lugares llenos de viles tentaciones. Y precisamente en esos lugares nuestra simple lealtad y cumplimiento de la mitzvá es tan valiosa para Dios. Precisamente en esos turbios “escondites” podemos encontrar las chispas caídas de santidad y retornarlas como un precioso regalo a nuestro afectuoso Padre Divino. Esto se aplica no sólo para el pueblo judío, sino también para todos y cada uno de nosotros. Debemos recordar que todo el propósito de Dios es sólo

acercarnos a Él. La razón de ser de la Creación es para que recibamos nuestro tikún (rectificación) y disfrutemos de una verdadera relación con nuestro Creador. Dios no se detendrá hasta que se logre esto.

Por lo tanto, incluso si tropezamos con un lugar muy bajo, Dios nos enviará pistas y oportunidades que irradian de la santidad oculta de ese lugar para que podamos volver a Él. Si mientras estábamos a un gran nivel espiritual, se esperaba que hiciéramos grandes cosas, ahora, al hacer mitzvot pequeñas y aparentemente fáciles, podemos dar todavía más felicidad a Dios. ¿Por qué? Porque sólo cuando nos ensuciamos somos capaces de encontrar y revelar esas preciosas chispas ocultas. Incluso los grandes tzadikim en su elevado nivel no tienen el mérito de realizar esta tarea tan importante. Al descender a estos lugares humildes, sin sin sentir orgullo, pero sirviendo valientemente a Dios y elevando las muchas chispas que están dispersas a través de nuestros simples actos, estamos compensando la falta de pasión que teníamos cuando nos sentíamos cerca de Dios.

Al relatar la travesía por el desierto del pueblo judío de camino a la Tierra de Israel, la Torá afirma que “Dios condujo al pueblo por un camino indirecto” (Éxodo 13:18). Este es también nuestro propio viaje. Cada uno de nosotros quiere salir de su “desierto espiritual” y llegar a la Tierra Prometida, pero a veces Dios nos lleva por un camino indirecto. Sin embargo, no debemos sentirnos perdidos, ya que Dios posee el GPS más avanzado y sabe exactamente dónde tenemos que hacer una parada. En estas últimas generaciones, este es nuestro gran desafío final. Ya casi hemos llegado y sólo tenemos que recoger unos últimos y valiosos “objetos” en el camino. Estamos ya casi en casa.

Basado en Likutey Halakhot, Birkat Hodaá 4:45

 

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