Cambio de look

תשרי – עוד תו במנגינה היפה של החיים שלנו

En los últimos años se ha hecho cada vez más común para cualquiera, incluso para los que no dependen del mundo del espectáculo o de su imagen para vivir, acudir a tratamientos estéticos para sentirse mejor.

 

Que las estrellas de cine se someten continuamente a operaciones de estética o a pequeños “retoques” y gastan millones en productos de belleza no es ningún secreto para nadie.

 

Sin embargo, en los últimos años se ha hecho cada vez más común para cualquiera, incluso para los que no dependen del mundo del espectáculo o de su imagen para vivir, acudir a estos tratamientos para sentirse mejor.

 

Por supuesto, este tipo de decisión es algo muy personal y puede que incluso sea la mejor opción en algunos casos. Lo importante es no juzgar las decisiones de los demás ya que cada persona tiene su propio  camino y es libre de tomar sus propias decisiones.

 

Pero recapacitemos sobre qué es lo que lleva a una persona a someterse a este tipo de intervenciones quirúrgicas que, como cualquier operación, entrañan un riesgo para la salud o a gastarse una cantidad de dinero que destinan a este fin en lugar de hacerlo a otras necesidades incluso vitales.

Puede ser una inseguridad acumulada durante años que ha sido alimentada por críticas y experiencias negativas sobre algún aspecto de su cuerpo, puede ser una necesidad de perfeccionamiento constante o puede haber otros motivos.

 

Hay que empezar por señalar que todos hemos sido creados con una intención milimétrica, con unas características tanto físicas como espirituales que necesitamos para hacer nuestra reparación espiritual en esta vida.

 

Así pues, lo primero que la persona debe hacer es aceptar sus rasgos y cualidades con agradecimiento ya que es un regalo de HaShem para que aprendamos en esta vida lo que necesitamos. Nuestro aspecto delimita en cierto modo nuestra relación con los demás y, por tanto, desencadenará reacciones en los demás y en nosotros mismos que nos ayudarán a mejorar como personas.

 

Una vez que la persona se ha aceptado probablemente su deseo de someterse a este tipo de intervenciones disminuirá en gran medida. No obstante, puede que aun así desee hacer unas mejoras en su aspecto que son totalmente lícitas. Hay circunstancias en la vida como accidentes o enfermedades que pueden dejar secuelas poco estéticas en el cuerpo y si la persona se siente mejor con esos cambios no hay por qué juzgarle.

 

De todas formas, la preocupación excesiva por el físico está creciendo a una velocidad alarmante en estos días. Ya hemos pasado de las fajas reductoras a las cremas y a la intervención quirúrgica como solución a los problemas… solo que la solución está en el interior de la persona y no en el exterior.

 

Debemos ser conscientes de nuestras características, carencias y virtudes. Conocerse a uno mismo es la clave de la fortaleza interior ya que solamente conociendo nuestras limitaciones verdaderas y no autoimpuestas podremos mejorarnos a nosotros mismos y hacer los cambios que realmente consideremos necesarios para nuestra alma y nuestra paz mental, en lugar de hacerlo para el beneplácito de las modas pasajeras.