Página principal Fiestas JudiasYom Kipur y los Diez Dias de Arrepentimiento Slijá

Slijá

Autor: Ester Shechter
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Slijá es la palabra hebrea que utilizamos para pedir perdón. Las selijot son el máximo exponente de esta actividad en los días que estamos viviendo ahora. El shofar truena y nos hace despertar, recordar aquellas faltas que cometimos y arrepentirnos de ellas.

 

De repente nos acordamos de esa persona a la que ofendimos, a la que hicimos de menos, a la que criticamos o simplemente no tomamos en cuenta. Rememoramos ese momento de debilidad en el que, agobiados por el estrés, gritamos a nuestros hijos o pareja hasta hacer retumbar las paredes de la casa. Vienen a nuestra memoria esas palabras crueles que dijimos a alguien porque no nos parecía bien su opinión, su actitud o su indumentaria. Hay miles de momentos fugaces que se nos pasan por la cabeza al escuchar el shofar, al vivir estos días tan intensos.

De repente nos acordamos de esa persona a la que ofendimos, a la que hicimos de menos, a la que criticamos o simplemente no tomamos en cuenta. Rememoramos ese momento de debilidad en el que, agobiados por el estrés, gritamos a nuestros hijos o pareja hasta hacer retumbar las paredes de la casa

No podemos ignorar estos pensamientos que HaShem nos hace recordar, debemos contactar con esas personas y pedirles perdón de todo corazón. Las afrentas entre personas deben ser solucionadas entre nosotros y recibir perdón para que más tarde, cuando le pidamos misericordia al Eterno, Él también nos perdone. Si la persona no ha perdonado nuestra ofensa, HaShem no puede perdonarnos a nosotros. Por eso es importante en estos días prestar atención a nuestro comportamiento durante este año y contactar si es necesario a esas personas a las que pensamos o sabemos que hemos ofendido.

חנון המרבה לסלוח יש תקווה לכולם – הקב"ה יסלח

Y entonces, llegan las kaparot. Expiamos nuestros pecados a través de una aportación monetaria o de un animal. El significado de las kaparot es tan profundo que no nos podemos quedar simplemente con el mero acto de matar un pollo, es mucho más.

 

En el momento en el que hacemos kaparot, un peso como una roca se levanta de nuestros hombros y nos deja un poco más libres. Ese peso definitivamente se hace mucho más liviano a lo largo del día de Iom Kipur, con cada rezo, con cada minuto de ayuno, con cada lágrima que derramamos.

 

Y al finalizar el día nos sentimos hambrientos, sedientos y a la vez elevados. Es una sensación que no puede ser comparada a nada en el mundo. Es el sentimiento de haber recibido un salvoconducto para vivir un año más, una semana más, un día más…

 

Que seamos sellados para bien en el Libro de la Vida.

¡GMAR JATIMÁ TOVA!

 

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