¿Qué estamos esperando? – Vaieji

La más grande felicidad para Dios es cuando las almas que antes estaban más lejos de Él se acercan a Él

Recuerdo que, siendo un adolescente, le pregunté a mi maestro algo que me molestaba mucho: “¿Cómo va a venir el Mashíaj habiendo tan pocos judíos en el mundo realmente conectados con la Torá y las mitzvot?”

Por aquella época, yo era un buen alumno en una institución judía elitista, y mi maestro me respondió: “Olvídate de esos otros judíos. Si alumnos como tú y otros en instituciones parecidas están a la altura de sus objetivos, el Mashíaj llegará de inmediato”. Aparentemente, mi maestro tendría que haber chequeado antes su respuesta con el Patriarca Jacob.

Jacob logró lo que nadie había logrado antes: el mérito de tener una descendencia completamente recta. Antes de fallecer, él reunió a todos sus santos descendientes, las doce tribus. Y en ese momento tan oportuno, en que los santos tzadikim estaban todos reunidos, Jacob pensó que iba a tener el mérito de revelar el gran secreto acerca del momento de la Redención Final. Su intención aparece aludida en el uso de la palabra heiasfú (reúnanse) (Génesis 49:1). “Vengan” es algo que se dice cuando quiere convocar a otras personas que están cerca. En un sentido espiritual, Jacob se estaba dirigiendo a personas de cabeza parecida a la de él, o sea, las doce tribus. Pero apenas comenzó, sintió que algo aún no estaba completo.

Jacob logró lo que nadie había logrado antes: el mérito de tener una descendencia completamente recta

¿Qué podía estar faltando? Si Jacob, a quien la Torá llama “el perfecto”, no tuvo el mérito de tener hijos lo suficientemente rectos como para traer al Mashíaj, ¿cómo vamos a tener el mérito nosotros?

La respuesta es que la más grande felicidad para Dios es cuando las almas que antes estaban más lejos de Él se acercan a Él. Por ese motivo, Dios nos tiene tanta paciencia. Y Él precisamente no trae al Mashíaj, para que nosotros no nos quedemos atrás rezagados, y tengamos tiempo de retornar a Él.

Al darse cuenta de esto, Jacob cambia de opinión y dice: “Vengan y escuchen, hijos de Jacob” (ibíd 49:2). A diferencia de “vengan”, “reúnanse” se refiere a una reunión de un grupo desde lejos. El nombre Yaakov (Jacob) proviene del término hebreo ekev (talón) (ibíd 25:26), simbolizando el bajo estado espiritual del judío.

Jacob nos está hablando a nosotros, diciendo que es precisamente debido a que estamos lejos de Dios que Él no ha traído aún al Mashíaj. Nosotros pensamos que debido a que hemos cometido errores y no hemos estado a la altura de nuestro potencial, Dios no quiere nuestro servicio Divino, pero, en realidad, Dios está frenando la llegada del Mashíaj precisamente por el amor que siente por nosotros! Después de que Jacob luchó con el ángel de Esav y le ganó, el ángel le dio el nombre de Israel (ibíd 32:19). Este es un nombre que connota triunfo. Israel es también una sigla en hebreo de la frase Yesh Shishim Ribó Otiot LaTorá – la Torá tiene 600.000 letras. Las 600.000 letras de la Torá corresponden a las 600.000 almas raíces de Israel. Cada judío que alguna vez ha de nacer tiene un pedazo de esas 600.000 almas raíces. Recién cuando las 600.000 letras, o sea, cada judío, se reúnan todas juntas en unión espiritual seremos llamados colectivamente “Israel”.

Esto debería servirnos de recordatorio de lo mucho que nos necesitamos los unos a los otros y cuánto Dios quiere y espera a cada de nosotros en forma individual. Cuando estemos unidos, saldremos victoriosos sobre nuestros enemigos, tanto espiritual como físicamente y merecemos la Redención Final, que sea muy pronto y en nuestros días. ¡Amén!

 

Basado en Likutey Halajot, Hiljot Priá URviá 5; ibíd, Ishut 4