El Reb Yaakov Meir se dirigió a su mentor y alejó al resto de la gente. Pero el Reb Abraham ni siquiera se dio cuenta, porque estaba absorto en la plegaria.
El amontonamiento de gente en Merón en Lag BaOmer es algo increíble. Hace falta mucha “santa jutzpá” para soportar la multitud y llegar a la tumba donde están enterrados Rabí Shimon Bar Yojai y su hijo Rabí Elazar.
Rabí Yaakov Meir Shejter cuenta una fascinante experiencia que tuvo y que le enseñó lo que la práctica asidua de hitbodedut y la cultivación de un buen carácter son capaces de obrar en una persona.
El amontonamiento de gente en Merón en Lag BaOmer es algo increíble. Hace falta mucha “santa jutzpá” para soportar la multitud y llegar a la tumba donde están enterrados Rabí Shimon Bar Yojai y su hijo Rabí Elazar.
Rabí Abraham Sternhartz (1862-1955), nieto del Reb Noson de Breslov, y líder de Breslov en Uman y en Israel, fue el mentor del Rabino Yaakov Meir. En un Lag BaOmer en Merón, el Reb Yaakov Meir vio que Rabí Abraham estaba parado junto al sitio donde está la tumba del Rabí Shimon Bar Yojai. Por supuesto, en ese día el lugar está repleto de gente y el Reb Yaakov Meir tuvo miedo de que el Reb Abraham, que ya tenía más de noventa años, fuera aplastado por la multitud, ya que no tenía modo de defenderse.
El Reb Yaakov Meir se dirigió a su mentor y alejó al resto de la gente. Pero el Reb Abraham ni siquiera se dio cuenta, porque estaba absorto en la plegaria.
El Reb Yaakov Meir lo oyó rogándole a Dios que lo ayudara en su ancianidad: “Yo ya soy muy mayor y no tengo idea cuánto más voy a vivir. Por favor ayúdame, Dios mío, en mérito del gran tzadik que descansa en este lugar sagrado. Concédeme que conserve la salud hasta que llegue mi hora de irme de este mundo. Por favor protégeme de toda enfermedad para que no sea una carga para mi familia y para que no tenga que importunar a nadie. Yosé que esto es muy común pero aun así Te ruego que me protejas para que no termine así…”.
Y así se quedó parado durante largo rato, con mucha tranquilidad. Toda su vida había tenido mucha claridad mental y ahora, a pesar de su edad tan avanzada, logró rezarle a Dios un largo rato.
Sus plegarias fueron respondidas. Vivió hasta los 93 y hasta el último día tuvo perfecta lucidez y salud física.