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¡Come como Dios manda!

Autor: Ester Shechter
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No siempre cuidé kashrut entre otras muchas mitzvot, y siempre tuve ligeros inconvenientes con la comida.

Existe un paralelismo hermoso entre nuestra relación con la comida y nuestra relación con HaShem. Estas van de la mano de forma increíble. ¿Cómo me di cuenta? Por experiencia propia.

Ya sabemos que tanto los judíos como los no judíos debemos cumplir unas leyes de alimentación que están dictaminadas directamente por HaShem en la Torá. Las leyes de kashrut tienen una complejidad y una sencillez que puede resultar abrumadora, pero una vez que se comienza a guardar este tipo de alimentación ya no quieres dar marcha atrás. No es que no existan casos, pero inevitablemente un descenso en el cuidado de kashrut viene de la mano de una separación de HaShem y una rebelión contra la Torá.

Tanto los judíos como los no judíos debemos cumplir unas leyes de alimentación que están dictaminadas directamente por HaShem en la Torá. Las leyes de kashrut tienen una complejidad y una sencillez que puede resultar abrumadora, pero una vez que se comienza a guardar este tipo de alimentación ya no quieres dar marcha atrás.

En Su inmensa misericordia, HaShem nos ha dotado de libre albedrío para que decidamos en cada momento si queremos cumplir con lo que Él espera de nosotros o bien preferimos saltarnos las normas y hacer lo que nos pide el cuerpo (o más bien nos lo pide la publicidad, pero ese es otro tema que abordaremos en otro momento).

No siempre cuidé kashrut entre otras muchas mitzvot, y siempre tuve ligeros inconvenientes con la comida. Solía tener problemas cuando me invitaban a comer a algún lugar o iba a cualquier restaurante. Mi problema eran principalmente los lácteos y los mariscos. En cada celebración, los anfitriones se esforzaban por preparar los platos más deliciosos y escogían estos productos como base principal de forma constante. Y yo constantemente debía dar excusas intentando no ofenderles. Me ponía en situaciones embarazosas y no encontraba excusas más allá de “no me gusta”, lo que me hacía parecer caprichosa y maleducada (a mis ojos, no siempre a los de los demás).

תמורת נזיד עדשים עשיו מוכר את הבכורה

 

Esto cambió cuando comencé a cuidar kashrut puesto que para las celebraciones se suele tomar carne y no está permitido mezclarlo con leche así que asunto solucionado en ese aspecto. Mi relación con la comida se volvió más fácil a medida que mejoraba mi relación con HaShem. Cuidando los preceptos de kashrut me he ahorrado más de un dolor de cabeza y eso tan solo es secundario, puesto que lo principal es que tengo la certeza de hacer las cosas como Di-s manda. Es cierto que no es fácil y que siempre estamos aprendiendo para hacer las cosas mejor y cumplir los preceptos con más cuidado, pero ahora me encuentro mucho mejor en lo que respecta a mi relación con la comida y estoy segura de que es porque tengo la seguridad de que estoy haciendo mis elecciones de acuerdo a lo que es mejor para mi cuerpo y también para mi alma.

Tenemos muchas posibilidades a lo largo del día de cumplir mitzvot, pero comer es una constante en nuestras vidas, no podemos o no debemos pasar demasiado tiempo sin comer y desde luego sin beber y en cada ocasión en la que le proporcionamos a nuestro cuerpo lo que necesita para vivir tenemos la oportunidad de enaltecer el nombre de Di-s, agradeciendo por aquello que ha puesto a nuestro alcance para que nos nutramos. ¿No es maravilloso?

Para aquellos a los que les gusta matar dos pájaros de un tiro, este es un trato perfecto.

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