Janucá comienza siempre el vigésimo quinto día de Kislev. Encendemos la menorá para celebrar el triunfo de la llama eterna de la Torá sobre las fuerzas de la oscuridad espiritual y el materialismo, cuando el aceite de un día ardió durante ocho días, desafiando las leyes de la naturaleza, al igual que la supervivencia del pueblo judío desafía a la razón. Y tal como señaló Mark Twain, los griegos hace tiempo que desaparecieron junto con el resto de las grandes potencias de la antigüedad (excepto China e India, supongo), pero el pueblo judío perdura.
Encendemos la menorá para celebrar el triunfo de la llama eterna de la Torá sobre las fuerzas de la oscuridad espiritual y el materialismo, cuando el aceite de un día ardió durante ocho días, desafiando las leyes de la naturaleza, al igual que la supervivencia del pueblo judío desafía a la razón
Reb Noson señala que uno de los secretos de la supervivencia judía es la propia fiesta de Janucá. Janucá es una fiesta que se celebra también durante la semana mundana, no es un momento en el que el trabajo esté prohibido, como el Shabat o las fiestas. Al encender la menorá, canalizamos la luz del Templo en cada hogar judío. Esta extraordinaria mitzvá llena cada hogar judío de santidad, y esa luz ilumina nuestro camino y nos protege para el año que viene.
Una plegaria
Dios mío, ayúdame a encender la luz espiritual de Janucá.
Concédele al pueblo judío un año bueno y dulce.
Protégenos en el mérito de cumplir con esta preciosa mitzvá.