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El nuevo valor de las cosas

Autor: Ester Shechter
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Somos seres sociales y, como tales, buscamos relacionarnos con los demás así sea de forma directa o interactiva

 

En estos últimos meses hemos aprendido que la distancia se hace larga cuando menos lo esperas. Incluso visitar a un vecino o familiar que vive cerca se puede convertir en imposible de un día para otro. Cosas que pensamos que tan solo podrían suceder en las películas se han hecho realidad de una forma cruel y sorprendentemente fría.

Sin embargo, hemos aprendido a lidiar con ello. Hemos hecho uso de los medios que teníamos a nuestro alcance para sentirnos más cerca de aquellos a quienes queremos y apreciamos. Y es por ello que hay muchas cosas que han tomado un nuevo significado o adquirido un nuevo valor en nuestra vida.

En estos últimos meses hemos aprendido que la distancia se hace larga cuando menos lo esperas. Incluso visitar a un vecino o familiar que vive cerca se puede convertir en imposible de un día para otro.

Hemos tenido la oportunidad de aprender a valorar lo realmente importante: el contacto humano. Somos seres sociales y, como tales, buscamos relacionarnos con los demás así sea de forma directa o interactiva. El crecimiento de las redes sociales es la mayor muestra de este deseo íntimo de cada persona por tener alguien en quien apoyarse, con las que compartir sus idas y venidas y a quien contar lo que le sucede.

Esta necesidad de vivir en una comunidad, de compartir y pasar tiempo juntos, por supuesto, ya estaba prevista desde hace tiempo. El Creador en Su infinita sabiduría nos proveyó de la guía perfecta para relacionarnos y no perder en ningún caso esta conexión que necesitamos por naturaleza.

El judío debe rezar a diario con un minián, un quórum de diez hombres judíos, y hay multitud de momentos en la vida judía en la que se hace totalmente indispensable esta condición. La celebración de Shabat y de las festividades se hace tradicionalmente en familia, y no solo con el núcleo familiar sino con toda la familia. Es hermoso cómo las familias se reúnen para celebrar cada festividad y comparten las noticias, intercambian impresiones y ríen frente a deliciosos platos tradicionales que llevan degustando sin cansarse toda la vida.

 

Esta necesidad de socialización, aborrecida por muchos (especialmente por los adolescentes en esa difícil etapa de la vida) se ha hecho evidentemente necesaria a lo largo de estos meses que ya se van convirtiendo en años donde la distancia social se ha impuesto con el fin de preservar nuestra salud. La dificultad para reconocer incluso a los conocidos más cercanos a través de las mascarillas crea situaciones incómodas que, en el fondo, duelen un poco por su constante recordatorio de la amenaza de la enfermedad.

 

Y, sin embargo, sabemos que nos hace falta tener contacto con los demás. Por si fuera poco con la disposición rabínica de rezar juntos, sentimos en el corazón la necesidad imperiosa de ver a nuestros seres queridos, aunque sea a través de una video llamada.

 

Quedémonos con las buenas enseñanzas de estos tiempos difíciles, con la posibilidad de socializar aunque sea de forma interactiva y no perdamos esa humanidad que nos hace criaturas dignas de ser llamadas hijas del Creador.

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