Con la llegada del mes de diciembre se multiplican los festejos en el mundo no judío. Fiestas de nochevieja se anuncian por doquier y, a pesar de las restricciones, en los diferentes países del mundo se organizan para celebrar el año nuevo con fiestas y esperando mantener medidas de seguridad para evitar contribuir al esparcimiento del temido virus.
Nosotros ya hemos celebrado año nuevo hace meses. En Rosh HaShaná celebramos durante dos días la llegada del nuevo año con rezos para favorecer nuestro devenir a lo largo de este año y tener un decreto favorable y lleno de parnasá, buenas noticias, salud y todo lo mejor para nosotros y nuestras familias. Estos rezos se hacen para todo el mundo, ya que el año nuevo entra para todos a la vez y toda la humanidad es juzgada al mismo tiempo.
Por tanto, celebrar el año nuevo según el calendario gregoriano carece de significación para los judíos. Rosh HaShaná, sin embargo, está cargado de significado. La miel y la manzana, la granada, todos los alimentos que tomamos haciendo su correspondiente bendición y pidiendo a HaShem tener un año lleno de momentos dulces como la miel… ¡esa es nuestra celebración!
Por tanto, celebrar el año nuevo según el calendario gregoriano carece de significación para los judíos. Rosh HaShaná, sin embargo, está cargado de significado.
Ir a una fiesta de Año Nuevo a bailar, beber y comer puede resultar atractivo pero la sensación que le queda a la persona después de festejar de esta forma no es la misma que la que queda después de celebrar Rosh HaShaná.
En un principio esta festividad pudo tener ciertos tintes idólatras pero hoy en día es una fiesta sin más. De todas formas, no es recomendable para cualquier persona que quiere mantener un estilo de vida decente y con recato, ya que la mayoría de estas fiestas son para bailar y beber. Así pues, no hay mucha cabida a la modestia.
Por eso, ante la duda es mejor quedarse en casa. Arriesgarse a hacer una transgresión solamente por seguir lo que los demás hacen no es buena idea. Es obvio que al vivir fuera de Israel la tentación de asistir a este tipo de celebraciones es mucho mayor. La presión social puede ser muy fuerte y el yétzer hará se emplea a fondo en que caigamos en menospreciar nuestras costumbres y asistamos a una celebración que nada tiene que ver con nosotros.
¡Valoremos nuestras costumbres judías por encima de todo, seamos conscientes de nuestro legado judío y de las responsabilidades que tenemos para con Di-s y con nosotros mismos!
El calendario gregoriano no fue instaurado por ninguna autoridad rabínica y, por tanto, no deberíamos regirnos por él. Cierto es que para mantener una relación cordial con el resto de los países, incluso Israel acepta en cierto modo el calendario gregoriano por el que todos se rigen. Pero de ahí a celebrar las festividades que no tienen nada que ver con la historia judía hay un trecho importante que debemos respetar.