La lógica es algo que valoramos como algo supremo. Por desgracia, esa misma lógica es el vehículo favorito del iétzer hará (mala inclinación)
El otro día me presentaron a un exitoso hombre de negocios que sentía interés por estudiar conmigo la jasidut Breslov. Para poder conocernos un poco, cada uno le contó al otro acerca de su vida y entonces él dijo algo que se me quedó fijo en la mente desde ese momento.
Mi nueva javruta me explicó que, si bien su mujer y sus hijos iban avanzando en su viaje espiritual, él mismo sentía que su crecimiento se había estancado y hasta había retrocedido a causa de lo mucho que disfrutaba los placeres que se podía dar el lujo de permitirse gracias a su gran fortuna. ¿Acaso esa era una excusa válida?
Koraj era un brillante tzadik y líder, pero por culpa de su lógica terminó siendo tragado vivo.
La lógica es algo que valoramos como algo supremo. Por desgracia, esa misma lógica es el vehículo favorito del iétzer hará (mala inclinación). Esto se debe a que la lógica es un derivado de la mente, pero la mente está limitada por su capacidad mental y la realidad que logra percibir.
Koraj es el máximo ejemplo de este defecto. Koraj era un brillante tzadik y líder, pero por culpa de su lógica terminó siendo tragado vivo. Koraj argumentaba lo siguiente: la Torá requiere que se agregue un hilo de tejeilet (lana azul) a los tres hilos blancos del tzitzit que se usa en las prendas de cuatro esquinas. (Hoy en día, al no haber tejeilet, usamos cuatro hilos blancos en cada esquina de la prenda). Si un hilo de tejeilet hace que esté permitido usar una prenda de cuatro esquinas, entonces ciertamente una prenda que está compuesta en su totalidad de tejeilet no va a requirir los hilos de tzitzit… Del mismo modo, si una diminuta manchita blanca hace que la persona que la tiene sea metzorá (véase Levítico 13:10-11), entonces ¿cómo una persona que tiene todo el cuerpo cubierto de una mancha blanca puede considerarse pura (ibíd 13:13)?
Espiritualmente hablando, sus argumentos son muy profundos. Todos los días recitamos la bendición del talit: “que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado envolvernos con el tzitzit”. No decimos “envolvernos con el talit” porque el poder espiritual del tejeilet/tzitzit es tan grande que logra elevar toda la prenda al nivel de santidad del tzitzit. Por eso, Koraj sostenía que toda una prenda hecha de tejeilet ciertamente debía poseer una tremenda santidad y no requería de nada más. Su razonamiento se basaba en su forma de percibir a todo el pueblo judío como personas del mismo nivel. Al fin y al cabo, ¿acaso no todos habían tenido una profecía? ¿Qué otro nivel podían alcanzar? Él sentía que ellos eran todos como la prenda superior hecha en su totalidad de tejeilet; ¿Por qué Moisés tenía que ser el único hilo de tejeilet? Tal como Koraj les dijo a Moisés y Aarón: “Toda la asamblea es santa… ¿por qué ustedes se ponen por encima de nosotros?” (Números 16:3).
Pero Koraj cometió un error terrible. Porque incluso si, por lógica, una prenda hecha de tejeilet es superior, no existe la prenda “perfecta”. Incluso los más grandes tzadikim siempre deben crecer y superarse. Nadie puede decir: “Yo ya lo logré”. Cada judío, desde Moisés hasta Moe, tiene sus propios y únicos desafíos que enfrentar y que sólo va a poder superar por medio de la Torá y las mitzvot, por medio de los hilos de tejeilet/tzitzit que Dios nos ha ordenado.
Koraj erró también en el sentido inverso. Si una pequeña mancha hace que una persona sea considerada metzorá, entonces ciertamente que si uno está completamente cubierto de una mancha blanca significa que uno está destinado al fracaso. No hay esperanza. ¿Acaso él tenía razón? Igual que mi javruta, si uno se siente que está tan lejos, si está completamente absorbido por las frivolidades y los placeres de la vida, ¿acaso alguna vez va a poder cambiar?
La respuesta es “¡Sí, sí puede!”.
No importa adónde uno haya caído, siempre hay esperanza. Mientras llamemos a Dios, nos aferremos a nuestra fe y hagamos todo lo que podamos, vamos a poder transformar hasta la caída más baja en la más grande subida. Tal como enseña la Torá, alguien que está completamente cubierto de una mancha blanca puede pronunciarse como una persona pura. La lógica de Koraj era defectuosa debido a que él no lograba comprender la bondad de Dios. Porque no importa si estamos en las nubes o si estamos en un pozo, la Torá nos permite alcanzar una mayor cercanía con Dios. Mientras no nos dejemos engañar por la falsa lógica y sigamos el consejo de los verdaderos tzadikim, cada uno de nosotros siempre puede acercarse un poquito más. ¡Amén!
Basado en Likutey Halajot, Shilúaj HaKen 4