“En todo el mundo los judíos Le cantan a Dios y Lo alaban”
En Alejandría, el Reb Noson fue llevado a la casa del jazán de la sinagoga. Allí conoció al Reb Aarón, que estaba de visita proveniente de Salonika, quien le preguntó si tenía algún libro nuevo. “Yo enseguida le dije que tenía un libro nuevo que nadie en todo el país había visto aún: el Likutey Moharán”. Más tarde el Reb Noson escribiría: “Allí estaba yo en exilio, en Egipto, en Alejandría, un sitio que en toda mi vida no hubiera pensado que iba a visitar, y tuve el privilegio de mencionar el santo libro del Rebe. Si ese hubiera sido el único motivo por el que vine aquí, ya habría sido suficiente, especialmente ahora que vi que iba a poder vender algunos libros, tal como en efecto sucedió”.
Allí conoció al Reb Aarón, que estaba de visita proveniente de Salonika, quien le preguntó si tenía algún libro nuevo. “Yo enseguida le dije que tenía un libro nuevo que nadie en todo el país había visto aún: el Likutey Moharán”.
En Alejandría, el Reb Noson conoció las costumbres típicas de los sefaradim. Se sentó en alfombras en el suelo, comiendo noodles con queso con los dedos, igual que ellos. Y escuchó a varios jóvenes que llegaron para leer la lectura de la Torá de Bamidbar con la melodía sefaradí.
En Shavuot, el Reb Noson y su compañero se quedaron despiertos toda la noche, que dura casi el doble que la noche ucraniana. Y recitaron el Tikún Leil Shavuot uniéndose a los sefaradim en cantos y alabanzas a Dios. “En todo el mundo los judíos Le cantan a Dios y Lo alaban”, pensó el Reb Noson. Una de sus más grandes alegrías fue que pudo desarrollar pensamientos novedosos de la entrega de la Torá.
Apenas concluyó el Yom Tov, el Reb Noson le pidió al Rav de Alejandría que lo ayudara a recolectar fondos para cubrir los gastos del viaje a Eretz Israel. El Rav estuvo de acuerdo y también compró varios libros, incluyendo el Likutey Moharán y el Libro del Alef Bet. El Reb Aaron compró los mismos libros para llevarse a Salonika, donde había incluso más judíos que en Istambul.
Lo que le daba más alegría al Reb Noson era el hecho de que las enseñanzas del Rebe Najman estaban comenzando a expandirse mucho más allá de Ucrania, y llegando al mundo entero.