No debemos mirarnos a nosotros mismos con malos ojos por el hecho de que tenemos que enfrentar pensamientos y deseos
¿Qué es la realidad? La mayoría de la gente está convencida de que todo lo que ve con sus propios ojos es absolutamente real y genuino. Pero ¿realmente es así?
Hace ya varias semanas que terminaron las Altas Festividades y las fiestas de Sucot y Sheminí Atzeret. Hemos tomado decisiones; nos hemos prometido a nosotros mismos que “este año va a ser distinto”. Y hasta hemos comenzado el nuevo año implementando estos cambios y tratando de vivir una vida más espiritual, más plena.
Y, sin embargo, estamos estancados. Pensábamos que íbamos a poder elevarnos por encima de nuestros defectos y las crudas tentaciones físicas, pero parecería que estos han decidido arremeter con todo en nuestra contra. ¿Qué fue lo que hicimos mal? ¿Acaso no tenemos nada de fuerza? ¿O es que Dios nos abandonó?
Hemos tomado decisiones; nos hemos prometido a nosotros mismos que “este año va a ser distinto”
“Él (Abraham) ioshev (estaba sentado) en la entrada de la tienda en la parte más calurosa del día” (Génesis 18:1).
El Reb Noson interpreta la palabra ioshev en el sentido de que Abraham no estaba simplemente sentado en el sentido físico sino que estaba esperando una “entrada” espiritual. “En la parte más calurosa del día” – sus deseos físicos ardían en él mientras esperaba y esperaba que se le diera acceso a nuevas dimensiones espirituales (Alim LiTerufá, carta #25).
El Rebe Najman explica: “Porque así es como obra el Otro Lado. Cuando ve que la persona está cerca, bien cerca, de las puertas de la santidad y está a punto de entrar, él monta un terrible ataque contra ella, que el Todopoderoso nos salve. Por lo tanto, hace falta mucho aliento para contrarrestarlo” (Likutey Moharán II, 48:2).
Primero tenemos que entender que el Rebe Najman enseña que esto les ocurre incluso a los más grandes tzadikim. Por lo tanto, no debemos mirarnos a nosotros mismos con malos ojos por el hecho de que tenemos que enfrentar pensamientos y deseos que pensábamos que ya nos habíamos quitado de encima. Segundo, tenemos que ser conscientes de que estamos parados en las puertas de una nueva existencia espiritual. Si logramos tan sólo aguantar un poquito más, habremos obtenido un triunfo por toda la eternidad. Pero si no, entonces acabaremos muy lejos de la santidad.
Sin embargo, ¿qué sucede si mientras esperamos, sentimos que somos deficientes en nuestro servicio Divino, o incluso vemos que pecamos? ¿De qué manera podemos entonces seguir adelante?
El Rebe Najman explica que si tomas una esfera y marcas un punto de partida, y luego marcas otro punto de partida a un milímetro de distancia del primero, si luego trazas líneas que empiezan en esos puntos de partida, cuanto más se alejen del punto inicial, más se apartarán la una de la otra (véase “El santo melancólico”, Los cuentos del Rebe Najman #16).
En nuestro caso, si nos separamos aunque sea un poquito del materialismo, tal vez parezca que no hemos logrado nada. Pero en los mundos superiores, un pequeño giro es equivalente a un pasaje por miles de universos y miles de kilómetros, lo cual es un tremendo logro de enorme valor. Fíjate y vas a ver…