Quiérete mucho

הריון ולידה מהעובר ועד לאדם בקבלה

Cuando nace un bebé todos miran enseguida a quién se parece y se inicia una batalla “amistosa” para averiguar a qué lado de la familia se asemeja más la inocente criatura. Cada uno quiere que el nuevo integrante de la familia se parezca a si mismo porque eso les enorgullece.

Así mismo es como Di-s, que nos ha hecho a Su imagen y semejanza, quiere que nos parezcamos a Él. Apuesto a que con cada acción loable que hacemos sonríe con orgullo y dice a los ángeles “eso lo heredó de mí”.

HaShem nos ha creado con libre albedrío para que tengamos la posibilidad de elegir hacer el bien sobre el mal y nos ha instruido a través de su Sagrada Torá con todos y cada uno de los puntos que debemos seguir para adoptar una postura correcta frente a cualquier situación que se nos presente en la vida.

Así mismo es como Di-s, que nos ha hecho a Su imagen y semejanza, quiere que nos parezcamos a Él. Apuesto a que con cada acción loable que hacemos sonríe con orgullo y dice a los ángeles “eso lo heredó de mí”.

A lo largo de los años, nuestros Sabios nos han enseñado a cumplir las mitzvot, puntualizando cada uno de los pormenores que debemos tener en cuenta para seguir la Ley Divina y cumplir así con la voluntad de Di-s. Para simplificar, y parafraseando al Sabio Hillel, hay que tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos. No hacer a otros lo que no queremos que nos hagan. El resto son comentarios…

Es paradójico que para querer a los demás debamos empezar por querernos a nosotros mismos, ¿no? ¿Acaso el amor no es deshacerse de nuestra voluntad, ignorar lo que uno quiere y anteponer las necesidades de los demás a las de uno mismo? Resulta que no. Si la persona no se ama a sí misma no puede querer a otras personas. Si no sabe qué es lo que le gusta, le molesta, le agrada… ¿Cómo va a poder cumplir este precepto de amar a los demás como a sí mismo? ¡No va a saber cómo hacerlo!

 

Por ello, es importante que nos conozcamos y que nos cuidemos a nosotros mismos. No es egoísmo, es sentido común. Piensa en las normas de seguridad de un avión, en caso de que tengas que atender a otra persona primero te tienes que poner la mascarilla de oxígeno y luego ocuparte de tu bebé o de un herido. Si la persona se ocupa de ponerle la mascarilla a otra persona se va a quedar sin oxígeno y no va a poder ayudarle y ambos pueden morir asfixiados. Sin embargo, si comienza por asistirse a sí mismo, tendrá oxígeno y estará consciente para ayudar a su bebé  o a la persona que tenga al lado.

Esto es un dato muy importante a tener en cuenta en la vida, pero no para aprovecharse de las circunstancias y dejar de lado a los demás siempre. Lo que debemos hacer es conocernos y cuidarnos, garantizarnos nuestro propio bienestar. Entonces así sabremos qué es lo que podemos o debemos hacer o no hacer al resto de la gente.

Olvidarse de uno mismo no es una opción inteligente, quien actúa e esa forma solo demuestra  que no tiene ningún respeto ni cuidado con el regalo que HaShem le hizo, su propia vida.

Di-s no quiere que nos descuidemos, que dejemos de lado nuestras necesidades físicas ni espirituales en pos de ayudar a los demás. Si actuamos de ese modo, no vamos a poder ayudar a otra persona y tampoco vamos a gozar de un buen estado para estar bien nosotros mismos. En el equilibrio está la clave, preocuparse por los demás y por uno mismo.

Piensa en esos detalles que te animan el día e intenta tenerlos con otras personas, ¡ese es un buen comienzo!