Basado en Likutey Moharan II, Lección #111
“Los proverbistas dicen, pues, “¡Venid a Jeshbón!”. (Números 21:27).
[Rebe Najman] le respondió: “A través de la plegaria, es posible lograr todo, todo lo bueno: La Torá, las prácticas espirituales y todo tipo de santidad”.
Si eres artesano o artista, entonces seguramente eres una persona que sabe valorar las buenas herramientas. Si te gusta conducir o tocar música, entonces valorarás un coche bien equipado o un buen instrumento. Como resultado de su afición a su hobby o a su trabajo, la persona entiende el poder de una buena herramienta, que puede facilitarle el trabajo y mejorar significativamente la calidad de lo que produce.
¿Y qué podemos decir acerca del oficio de ser judío? ¿Te has parado alguna vez a hacer un jeshbón (ajuste de cuentas), a pensar en cómo enfocas la vida de la Torá? ¿O has estado demasiado ocupado haciendo mitzvot y evitando el mal comportamiento como para llegar a comprender tu responsabilidad, lo que estás llamado a hacer como miembro del Pueblo Elegido? ¿Acaso tienes una idea del poder que se te ha conferido?
Hacer mitzvot no es una cuestión de “hacerlo bien” para ganar la recompensa en el Gran Día de Pago. Cualquier mitzvá que hagas tiene un impacto, ahora mismo, en todas partes. Incluso las llamadas mitzvot rituales y las mitzvot bein adam laMakom (entre la persona y el Omnipresente [es decir, Dios]) atraen al mundo un poco más de esas cualidades etéreas como la santidad y la fe. Las mitzvot que son bein adam le’javeró (entre una persona y su prójimo) sientan las bases de esa cosa tan esquiva y frágil conocida como “shalom” (paz).
La mitzvá más poderosa que tenemos a nuestra disposición es la tefilá (oración o plegaria). Demasiada gente piensa que la plegaria es un refugio de los débiles, un placebo para los impotentes. Incluso nosotros, que creemos en la eficacia de la tefilá, subestimamos el alcance de lo que la tefilá puede cambiar. En parte, esto se debe a nuestro insignificante poder de concentración y a la falta de enfoque durante la plegaria. Creemos que la tefilá es poderosa en teoría, ¿pero mi plegaria? ¿Cuánto es capaz de lograr?”.
Además, nuestras oraciones suelen tener un alcance limitado, dirigidas a objetivos pequeños: que nos mantengamos bien, que lleguemos a fin de mes y que mi hijo/esposo/jefe se comporte bien/deje de molestarme. Esto se debe a que la vida nos golpea y a que apenas conseguimos mantener la cabeza por encima de las aguas del exilio. Bueno, querido lector, es hora de hacer un jeshbón. Es hora de que te des cuenta de que tu plegaria, bien afinada, utilizada con paciencia y cuidado, puede dar como resultado un tú mejor, y una vida mejor: “A través de la plegaria es posible conseguir todo, todo lo bueno”. Pero eso es sólo arañar la superficie. Hagamos un jeshbón más profundo y exhaustivo.
Es hora de que te des cuenta de que no sólo tu vida y tus preocupaciones pueden ser ayudadas por la tefilá. Lo creas o no, hay objetivos y metas más grandes para los que podemos utilizar la tefilá. ¿Todas esas noticias y el ruido en los medios de comunicación? No es mera estática. Es la Shejiná (Presencia Divina) gritándote de dolor. Es Dios diciéndonos que quiere que pensemos también en el estudio de la Torá en el mundo, en la fe del mundo, en la santidad y en la paz.
Estos son objetivos enormes. Nuestras plegarias individuales ciertamente harán mejoras. Sin embargo, si en nuestra vida personal la mejora es a menudo imperceptible, mucho más cuando se trata de cuestiones de tan gran escala. ¿Qué podemos hacer? Podemos rezar juntos, como comunidad. Con cada persona adicional que se une a una oración comunitaria (especialmente a la plegaria comunitaria de un tzadik), la fuerza de la tefilá aumenta a pasos agigantados, hasta un grado asombroso (Likutey Halajot, Pru Urvú 5:10-12).
¿Qué nos pasa? Subestimamos el poder de la tefilá, el poder de nuestra propia tefilá y el poder de rezar juntos. Que Dios abra pronto nuestros ojos y corazones para que podemos ver y comprender lo que podemos hacer por Él y por Su mundo. Amén.