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Purim: Elimina a Amalek de la mente

Autor: Eliyahu Hecht
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Purim es el momento de quitarnos a Amalek de la mente.

A veces, es difícil para los adultos sentirse entusiasmados con Purim. Después de todo, parecería que toda la fiesta está diseñada en torno a los niños y para ellos, o para adultos que todavía tienen asignaturas pendientes de su propia infancia. Primero se cuenta una maravillosa historia de hace mucho tiempo con un final feliz, luego hay disfraces, golosinas y carnavales. Pero, ¿dónde ubica esto a un adulto reflexivo? ¿Acaso el objetivo de esta fiesta es simplemente salir de las duras realidades del aquí y ahora y fingir que uno es feliz por un día? Muchos se esfuerzan por lograr la autenticidad en sus festejos comiendo, cantando y bebiendo, pero una vez que el efecto embriagador ha pasado, ¿dónde nos encontramos? ¿En qué nos cambia la vida?

 

Además, parecería que Purim es lo que menos tiene que ofrecernos, sobre todo si lo comparamos con las poderosas fiestas de Pesaj, Shavuot y Sucot, por no hablar de Rosh Hashana y Yom Kipur. Sin embargo, incluso Iom Kipur, el día más sagrado del año, es sólo “ke”-Purim, “como Purim,” lo que implica que se pueden alcanzar mayores alturas espirituales en Purim que en el 10 de Tishrei, el Día del Perdón. Pero nuestros Sabios, en su insondable sabiduría, han camuflado magistralmente el acceso a los niveles más altos de kedusha, santidad, en un contexto de frivolidad y celebración. El verdadero significado de Purim está delante de nuestras narices, pero, pero poder captarlo, tenemos que mirar más allá de los disfraces. Vale decir, Purim es la única fiesta que nos da las herramientas necesarias para rectificar a la humanidad y devolverla a la estatura que tenía antes del pecado de Adam y Java.

 

Para retroceder un poco en la historia hasta otra historia con un final no muy feliz, el najash primordial, la serpiente, sedujo a Adam y Java para que desobedecieran el mandato de Hashem y comieran del etz hadaat, el árbol del conocimiento. El efecto de este acto singular fue física y espiritualmente devastador para la humanidad, creando la realidad con la que ahora luchamos constantemente. La bondad ya no gozaría de exclusividad. El bien y el mal serían compañeros – donde uno va, el otro lo sigue, asumiendo alternativamente el papel principal. Además, la capacidad innata de Adam para percibir a Hashem disminuyó. La claridad fue sustituida por la ofuscación, y ver fue sustituido por tener que creer. Esta degradación de la experiencia dejó a su paso mucha atzvut, tristeza, no sólo para Adam, sino para toda la humanidad que engendró.

 

Este estado de existencia se encarna de forma muy significativa en la nación de Amalek, y se materializa en Hamán. En este mundo, dice Amalek, lo que ves es lo que hay, y no hay nada más, Dios no lo permita. Amalek rechaza las nociones de la vida en el mundo venidero y la Supervisión Individual de Hashem, la participación Divina, en la experiencia humana. El propósito de Amalek/Hamán es mantener a la humanidad en su estado de bajeza acentuando lo negativo, explotando la fragilidad humana y promoviendo filosofías de vivir sólo para el presente.

 

Todo placer mundano es efímero. Ningún buen momento dura para siempre, y la gran mayoría de los placeres sólo duran unos instantes. Las mitzvot, en cambio, son la manifestación física de Hashem en este mundo. Y así como Hashem es el Or Ein Sof, la Luz Infinita, también lo son las mitzvot. Al cumplir las mitzvot, nos vinculamos a la Eternidad de Hashem, y obtenemos niveles cada vez más grandes de claridad sobre Él. Como resultado, las mitzvot, dado que se valoran plenamente, inspiran una verdadera y duradera simjá interna, alegría. Es con esta clase de simjá que Mordejai cumplía las mitzvot, y por eso mismo Hamán no lo soportaba: porque era consciente de su verdadero potencial.

 

Reb Noson hace una enérgica advertencia con respecto al cumplimiento de las mitzvot por todo tipo de razones: por razones de salud; porque están diseñadas para crear una estructura social justa y ordenada, etc. Disociar las mitzvot de su verdadero propósito es algo muy peligroso, porque nos priva del mecanismo que Hashem nos dio para redimir a la humanidad. Este es el objetivo de Amalek.

 

Pero, por otro lado, debemos reconocer que todas las mitzvot, incluso las más fáciles de cumplir, nos dan acceso a la eternidad y a la kedusha de Hashem, e inspira en nosotros verdadera simjá y mesirut nefesh (voluntad de dar incluso la propia vida) para descubrir el potencial de cada mitzvá que cumplimos. Purim es la fiesta que nos revitaliza con la misión de reclamar nuestro legítimo lugar como epítome de la creación de la forma en que Hashem lo había previsto inicialmente. Sólo a través de la simjá de las mitzvot seremos capaces de vencer la tristeza que nos infundió la serpiente, y liberar los lazos que nos mantienen atados a una realidad fuera del Gan Edén.

 

Rebe Najman dijo: Mitzvá guedola lihiot besimjá tamid – es una gran mitzvá estar siempre alegre, porque esa es la manera más genuina de estar siempre conectado con Hashem.

 

(Basado en Likutei Halajot, Oraj Jaim, Hilchos Nefilas Apayim, Halajá 4:4)

 

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