¿Por quién estás haciendo teshuvá?

ההר והסוד

La vida está tan increíblemente revuelta desde el momento en que te despiertas -¡o el momento en que no te despiertas!

Los niños perdieron el autobús escolar.

 

La puerta del coche se ha quedado abierta y el auto no arranca.

 

Ha habido un accidente en la autopista y el tráfico está atascado durante kilómetros.

 

A menudo parecería que la vida ha sido diseñada para que no salgamos al paso. ¿Y sabes qué? Hay mucho de cierto en esa afirmación.

Parece especialmente obvio cuando se trata de este mes de Elul. Tres veces ascendió Moisés al Monte Sinaí para recibir las Tablas. Durante el primer episodio, el 17 de Tamuz, ciertos judíos estaban sirviendo al Becerro de Oro y Moisés las destruyó. Poco después, Moisés volvió a ascender para suplicar y conseguir el favor del pueblo judío. Cuarenta días después descendió de la montaña, aparentemente sin éxito. Pero justo entonces, Dios volvió a llamar a Moisés y le dijo que ascendiera a la montaña durante otros cuarenta días y noches. Fue durante este período, que comenzó en Rosh Jodesh Elul, que Moisés abogó con éxito en nombre del pueblo judío y entregó las Tablas en Yom Kipur.

 

A menudo parecería que la vida ha sido diseñada para que no salgamos al paso. ¿Y sabes qué? Hay mucho de cierto en esa afirmación.

 

Elul es un mes de increíble favor Divino. La palabra ELUL es un acrónimo del verso “Ani LeDodi Vedodi Li – Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío” (Cantar de los Cantares 6:3). Dios nos espera con los brazos extendidos y nos pide que volvamos a Él durante esta época tan especial del año que es espiritualmente el momento más fácil para la teshuvá (arrepentimiento). Pero si esto fuera cierto, entonces ¿por qué cuando tratamos de trabajar en nosotros mismos y aumentar nuestros méritos durante este mes a menudo vemos que las cosas no salen como queremos?

 

Nuestra parashá comienza diciendo: “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos” (Deuteronomio 21:10). Toda guerra implica un conflicto entre bandos opuestos. Del mismo modo, deseamos hacer teshuvá y planificamos en qué puntos vamos a trabajar. Pero entonces nos enfrentamos a las fuerzas opuestas de la vida (como que el despertador no suene a la mañana). Esto crea una guerra interna que nos produce mucho dolor, y puede incluso hacer que abandonemos nuestros planes de teshuvá por completo. ¿Qué podemos hacer para que “HaShem tu Dios lo entregue [a tus enemigos] en tus manos” (ibíd.) y nuestros deseos prevalezcan?

 

El conflicto que sentimos en el corazón proviene de la creencia de que entendemos cómo debe transcurrir la vida. Sin embargo, cada día se presentan diversas situaciones. Cuando estamos seguros de que con nuestra inteligencia y nuestras capacidades tenemos el poder de imponer nuestra voluntad y superar lo que sea, nos estrellamos contra un gigantesco muro de voluntad contraria. ¿De quién es esa voluntad? De Dios.

Cuando hacemos teshuvá, aceptamos la voluntad de Dios sobre nosotros. Incluso si tenemos buenas intenciones (y esto está bien y es apropiado), nuestro objetivo no es demostrar que somos “profesionales de teshuvá”. Más bien, queremos demostrar que todo nuestro deseo es aceptar la voluntad de Dios y gobernar sobre nosotros.

 

Esto se corresponde con la parte final del versículo: “Y lo llevas cautivo” (ibíd.). Nuestro trabajo es captar e incorporar la sabiduría y la voluntad de Dios en nuestra vida. Cuando las cosas no van como queremos y sentimos dolor, esto es sólo un recordatorio amistoso de Dios de que estamos demasiado atrapados en nosotros mismos; no estamos recordando que la teshuvá consiste en volver a Él. Sí, puede que hayamos tenido un hermoso plan, pero ¿para quién era hermoso el plan? Nuestro plan de teshuvá no consiste en colgar nuestro boletín de notas en el refrigerador, sino en cumplir la voluntad de Dios con total pureza y sencillez. Para una persona ajena, hacer una simple mitzvá cuando teníamos planes más grandes puede parecer algo inútil y poco atractivo, pero para Dios, su sinceridad y plenitud son verdaderamente significativas.

 

Es cuando podemos demostrarle a Dios que estamos dispuestos a hacer Su teshuvá que Él “entregará a nuestros enemigos en nuestras manos” anulando todas las voluntades contrarias, y nos bendecirá con una vida dulce y exitosa. Amén.

 

Basado en Likutey Moharan II, 82