Por estas cosas lloro, mis ojos derraman lágrimas
“Por estas cosas lloro, mis ojos derraman lágrimas. Porque el consolador que podría revivir mi espíritu está lejos de mí. Mis hijos están destruidos, pues ha prevalecido el enemigo” (Lamentaciones 1:16)
Enseñó el Rebe Najman: el pasado se ha ido; nuestro Templo Sagrado ha sido quemado. Ahora, cuando Dios espera retornar a nosotros y reconstruir el Templo, corresponde que nosotros mismos no provoquemos una demora. Por eso debemos levantarnos a medianoche a llorar por la destrucción de Templo.
Tishá BeAv, el 9 de Av, está ya casi con nosotros y otra vez nos preguntamos: ¿Por qué estamos llorando? Esta historia nos da una respuesta:
Enseñó el Rebe Najman: el pasado se ha ido; nuestro Templo Sagrado ha sido quemado. Ahora, cuando Dios espera retornar a nosotros y reconstruir el Templo, corresponde que nosotros mismos no provoquemos una demora
Una vez, un jasid fue a ver a Rabí Menajem Mendel de Kotzk: “Rebe, el Código de Leyes Judías dice que hay que levantarse a medianoche a lamentar la destrucción del Beit HaMikdash (Sagrado Templo). ¿Y qué pasa si uno no siente ese dolor?”. El Rebe le respondió con su típico tono: “Entonces que llore por su propia destrucción”.
El mensaje que le estaba dando es que si uno no entiende lo que significa el Beit HaMikdash, y no siente su pérdida, entonces tiene que trabajar sobre su propia sensibilidad judía. Es verdad que ninguno de nosotros tuvo oportunidad de estar en el Beit HaMikdash en su vida. Pero eso no significa nada. Ha habido montones de judíos que nacieron muchísimo después de la destrucción del Templo y que aprendieron a sentirlo. Nosotros también podemos aprender a sentirlo. Hace falta práctica y la práctica lleva tiempo. Aquí (en negrita) presentamos una parte de una elegía escrita por Rabí Yaakov Emden (1697-1776). Y al lado, una “traducción” contemporánea (en letras comunes).
Oy! La Shejiná (Presencia Divina) está en el exilio – mi matrimonio es un infierno
Oy! La Torá ha sido incendiada – la profundidad de la sabiduría de la Torá me es absolutamente inaccesible.
Oy! Los tzadikim mueren y nos dejan – NO tengo una conexión personal con un rabino al que respete y en el que confíe.
Oy! La reputación de Dios y la Torá son profanadas. Los medios de comunicación y la gente insultan a Dios y a los judíos. Y yo muchas veces soy demasiado débil y tengo demasiada vergüenza como para vivir el judaísmo que quisiera.
Oy! Los enemigos de Israel tienen muchísimo poder – La Tierra de Israel y sus habitantes corren peligro. El antisemitismo está latente en el mundo entero.
Oy! Son demasiados los niños judíos que no estudian Torá – hay tantos niños judíos que ni siquiera saben que son judíos y menos que menos conocen el alef-bet. Hay tantos que no reciben la educación que se merecen…
Oy! Todos los mundos están sufriendo. Todos los niveles de la existencia humana, ya sean físicos, emocionales, o espirituales, están en crisis. Hay pobreza, enfermedades, asesinatos, guerras, abuso emocional, ansiedad, falta de dignidad, confusión, miedo, falta de objetivos, etc.
Oy! Los santos Patriarcas y las santas Matriarcas están sufriendo – Todo el enorme esfuerzo que invirtieron para formar una nación dedicada al servicio Divino está en peligro constante. Miles, cientos de miles, millones de descendientes no pudieron contribuir para dicha misión, o ni siquiera tuvieron la oportunidad.
Oy! El Mashíaj siente dolor – El Mashíaj no es solamente un maestro/tzadik dotado de increíbles virtudes, capacidades y talentos. Él es nosotros, las 600.000 almas del Pueblo de Israel, contenidas en una sola persona. Nuestro dolor es su dolor. Nuestros errores (algunos los llaman “pecados”) nos duelen a nosotros y le duelen a él. Y ellos son los que postergan su arribo y hacen que su misión sea tanto más difícil (disculpen por echarles la culpa, pero la verdad es que yo tengo tanta o más culpa que ustedes).
Oy! El Beit HaMikdash está destruido – la conexión entre el Cielo y la Tierra está faltando. La escalera que nos permite subir y acercarnos a Hashem ha sido quitada de allí y ha sido rota. Los canales de abundancia han sido retirados, tapados o directamente destruidos. El “árbol” a cuya sombra cada pedacito de la Creación y toda la Creación como un todo pueden alcanzar la paz y la armonía ha sido prácticamente olvidado.
Que tengamos el privilegio de presenciar la llegada del Mashíaj, muy pronto y en nuestros días. Amén!