No hay nada mejor que estar con Él

Cuando quitamos todo lo que está alrededor, y vamos a la esencia, vemos que no hay nada mejor que estar con Él.

En la lección 25 del Likutey Moharán, el Rebe Najman se refiere a los diferentes niveles de espiritualidad. Él dice que, a la entrada, por así decirlo, de cada nuevo nivel hay klipot (espacio externo protector, como una especie de cáscara) que evita que entremos allí. Estas klipot se presentan con forma de ilusiones, dudas, impulsos fuertes, confusión y obstáculos. Dice el Rebe que la única manera de superarlas es revelando la grandeza de Hashem. Entonces ¿cómo es que revelamos la grandeza de Hashem en el mundo? Dando caridad. En términos simples, esto significa que cuando emulamos la bondad de Hashem, ayudando a los menos afortunados, Su grandeza se da a conocer. Este concepto es similar a la manera en que el Talmud explica la frase “Debes amar a tu Dios, Hashem”, o sea, que las demás personas deberían amar a Hashem por tu intermedio.

Cuando emulamos la bondad de Hashem, ayudando a los menos afortunados, Su grandeza se da a conocer.

Pero luego, en los últimos renglones de la lección, el Rebe agrega otra frasecita más: “También debes saber que a fin de superar las klipot que rodean estos niveles, tienes que despertar la alegría en tus mitzvot. Quiere decir que (cuando haces una mitzvá,) tienes que estar contento por la bendición de haber podido acercarte a Hashem. Por medio de esa alegría, puedes superar la klipá y ascender al nivel siguiente”.

Alguien podrá preguntar… ¿acaso el Rebe no acaba de decir que para superar estas klipot hay que revelar la grandeza de Hashem?  Entonces ¿por qué ahora dice que para superarlas, hay que hacer mitzvot con alegría?

Yo creo que ambos caminos son en realidad el mismo. Por desgracia, pero comprensiblemente, a veces hacemos mitzvot sencillamente porque las hicimos ayer y el día anterior también. Pero cuando nos emocionamos al hacer una mitzvá debido a que valoramos lo afortunados que somos al cumplir con la voluntad del Creador, entonces eso es una gran revelación de Su grandeza.

Imagínate que ves a un hombre yendo a la sinagoga a la mañana con un gesto de preocupación y los hombros caídos. ¿Quieres saber adónde va? ¡Me parece que no! ¿Y qué me dices de ese otro que va salticando a la sinagoga y chasqueando los dedos? “¿Adónde va?”, te preguntas. “Ah… ¿a la sinagoga? ¿Qué hacen allí? ¿Rezan, alaban al Creador? ¿Eso es todo? ¿El hecho de alabar a Hashem lo hace tan feliz? ¡Entonces Hashem debe ser fenomenal!

Simpático, ¿no? Haz las mitzvot con alegría, tal como les enseñamos a los niños pequeños en el jeider. Esto no es algo así nomás. Escribe el Rebe Najman (lección 24 del L.M.) que al realizar las mitzvot con alegría, podemos alcanzar la luz del Ein Sof, que está muy por encima de todos los niveles de las almas. Y tampoco es una cuestión de “jasidut”.

La Mishná Brurá (Oraj Jaim 669:11) escribe que el Arizal dijo acerca de sí mismo que los niveles más elevados que alguna vez alcanzó fueron por medio del cumplimiento de las mitzvot. Cuando quitamos todo lo que está alrededor, y vamos a la esencia, vemos que no hay nada mejor que estar con Él. Todo lo demás es frágil e imperfecto, pero Él es perfecto y fuerte. Y es muchísimo mejor que cualquier cosa que podamos imaginar.  Y Él nos dio las instrucciones para conectarnos: por medio de Sus mitzvot. ¡Ese es un motivo para festejar! ¡Lejaim!

 

Publicado originalmente en Ahalel Davar.