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Mírate con otros ojos

Autor: Ester Shechter
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Altos, bajos, gordos, flacos… todos somos iguales a los ojos de HaShem, ¿o no?

Una persona gorda despierta sentimientos diferentes en los demás, aunque por norma general son negativos. Estos sentimientos van desde la compasión hasta el desprecio pasando por adoptar una actitud de completa ignorancia. Así, hay quienes optan por actuar como si la persona no existiera en absoluto, o bien como si fuera la única persona gorda del mundo entero y fuera imprescindible hacerle ver su tamaño y las formas en las que puede revertir ese estado indeseable.

Quiero pensar que la sociedad está evolucionando y las personas que no cumplen los estándares de la moda también tienen derecho a vivir una vida digna según los gurús del mundillo fashion, pero tal vez me equivoque. Espero que no, aunque todavía queda un largo camino que recorrer para que a una persona gorda no la miren con lástima o desaprobación.

Quiero pensar que la sociedad está evolucionando y las personas que no cumplen los estándares de la moda también tienen derecho a vivir una vida digna según los gurús del mundillo fashion, pero tal vez me equivoque

Y es que todos sabemos y aceptamos que somos diferentes, pero también pensamos que hay ciertas personas que están en un nivel superior simplemente por el físico que tienen. De más está decir que esto no es lo importante en el ser humano, o tal vez sea necesario remarcarlo de nuevo. Lo repetiré entonces: el físico no es lo que cuenta.

Hay personas que supusieron una auténtica revolución en el mundo, personalidades de un tamaño espiritual que nadie volverá a alcanzar. Y sobre pocas de ellas se describe su físico.

En la Torá se menciona la belleza de Yosef HaTzadik, se hace poca mención sobre los ojos de Leah o de la tartamudez de Moshé Rabenu. Como es sabido, en la Torá ninguna palabra está de más. Por ello, en cada uno de los casos en los que se alude a la apariencia física de alguien, más adelante se entiende el porqué.

En el caso de Yosef, su belleza hizo que la esposa de Potifar se fijara en él y fue el desencadenante de que fuera a la cárcel y posteriormente se convirtiera en virrey de Egipto. Leah, por su parte, lloró y oró tanto a HaShem que sus ojos se describen en la Torá como רכות  “lánguidos”. Esto nos demuestra una vez más que las lágrimas de una mujer abren las puertas del Cielo y los decretos pueden ser cambiados. Con respecto a la dificultad para hablar de Moshé Rabenu, si bien este no es un rasgo físico exterior sí que lo podría clasificar fuera de los estándares de una persona corriente. Sin embargo, esto no le impidió guiar al pueblo judío en su salida de Egipto y en todas las “negociaciones” que realizó con el faraón. Él confió en HaShem a pesar de su inseguridad en el hablar y con la ayuda del Creador y de su hermano Aharon pudo realizar su sagrada tarea y cumplir con el importante cometido de liberar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto.

Así pues, el físico tiene un papel que cumplir en la vida de la persona y se le debe dar la justa importancia. Hay que saber que nuestro aspecto debe estar cuidado, esto es primordial, pero no debemos hacer depender toda nuestra existencia de la aprobación de los demás en cuanto a la apariencia que tenemos.

El cuerpo es un mero instrumento para realizar los planes de HaShem. También es el medio que nos ha dado en esta vida para vestir a nuestra alma y, como regalo Divino que es, debemos cuidarlo y protegerlo contra enfermedades y peligros. Por ello, es importante que nos centremos en darle un uso correcto y adecuado, afín a los planes de HaShem.

Esto lo logramos comiendo de forma saludable, haciendo ejercicio regularmente y ocupándonos de los mensajes de llamadas de atención que nos brinda para asegurarnos de su correcto funcionamiento. Así que no importa si la persona es gorda o flaca, encorvada o discapacitada, cada uno es singular, una obra maestra del Creador y, por tanto, digna de admiración.

 

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