Por qué será que las cosas negativas son las que más fácilmente nos vienen a la cabeza…
Hoy fui a la playa y vi en el mar un velero que me hizo acordar de mi niñez, cuando mi familia solía ir de vacaciones a una pequeña posada junto a un lago en Connecticut. Mi padre solía alquilar un velero y nos llevaba a pasear por el lago. Ese recuerdo me trajo a la memoria otro recuerdo más de un día en que había mucho viento en el lago. El viento era tan fuerte que le voló el sombrero a mi papá y fue a parar al agua y mi papá no pudo recuperarlo. Era un sombrero que él quería mucho porque lo tenía desde la época en que había estado en el ejército israelí y se puso muy triste por perderlo. Yo, siendo aún un niño pequeño, me puse triste por mi papá y no sabía cómo ayudarlo.
El viento era tan fuerte que le voló el sombrero a mi papá y fue a parar al agua y mi papá no pudo recuperarlo. Era un sombrero que él quería mucho porque lo tenía desde la época en que había estado en el ejército israelí y se puso muy triste por perderlo.
Estos recuerdos me ayudaron a tomar conciencia de lo sabias que son las enseñanzas del Rebe Najman.
¿Por qué la visión de un velero me trajo la mente aquella historia tan traumática? Mi padre me llevó en el velero más de una vez y pasé momentos maravillosos en el lago con él. Entonces ¿por qué no me acuerdo con tanta facilidad de esas vivencias positivas?
El Rebe les dijo a sus seguidores que jamás dejaran de estudiar la lección Azamra (282 de Likutey Moharán), en la que enseña a buscar los buenos puntos de uno mismo y de los demás. ¿Y por qué recalcó tanto esa enseñanza? Yo pienso que tal vez sea porque, en su gran sabiduría, él se dio cuenta de que las cosas negativas son las que más fácilmente nos vienen a la cabeza. Miren: solamente con mirar al velero y – bum- enseguida me acordé de un día muy triste de mi vida. Pero los días positivos y los recuerdos felices no llegan con la misma facilidad ni rapidez. Por eso, tenemos que trabajar constantemente sobre este método de buscar lo bueno. Está todo allí pero tenemos que buscarlo para encontrarlo. Dice el Rey David canta: “Tú pusiste felicidad en mi corazón” (Salmos 4). El Rebe sabía que si queremos acceder a esa felicidad, tenemos que aprender a buscarla.
Tomado de TikkunHaklali.net