Lo que aprendí del vino

No basta con profesar que uno tiene emuná en el corazón. Hay que actuar en base a esa emuná

El vino es famoso ─o infame─ por tirar abajo todas las barreras. Y a veces puede ayudar a la persona a ver una verdad que de otra manera tal vez no captaría. Una vez dos borrachos estaban teniendo una charla de corazón. Y uno se entusiasmó y le dijo al otro: “Hermano, ¿sabes cómo te quiero?”.

Y el amigo, igual de borracho, le respondió: “¡No, no lo sabía! Pero si de veras me amas, ¿por qué no me lo demuestras? Tú sabes lo mal que ando. ¿Por qué no vienes a verme ahora que estoy tan mal? ¿Cómo es que no haces nada para ayudarme en mi aflicción?

El vino es famoso ─o infame─ por tirar abajo todas las barreras. Y a veces puede ayudar a la persona a ver una verdad que de otra manera tal vez no captaría.

Rabí Moshe Leib de Sassov oyó esta conversación y percibió la verdad oculta dentro de las palabras sumergidas en vino. “Yo siempre he profesado mi sentido amor por mis hermanos judíos y yo también he sido indiferente”, pensó. “Si realmente me importan, ¿Por qué no hago más por ellos?”.

Y a partir de ese momento, Rabí Moshe Leib hizo un gran esfuerzo por ayudar a sus pobres hermanos. Durante el riguroso invierno ruso, se despertaba a medianoche a recitar el Tikún Jatzot (Plegaria de Medianoche) y luego iba al bosque a cortar leña, tanto como los pobres necesitaban. Recién entonces volvía a la ciudad y continuaba con su servicio Divino.

“De esos dos borrachos aprendí que si tu solidaridad no se manifiesta en la acción, entonces no es verdadera”, dijo.

El Rebe Najman expresó algo parecido con respecto a la emuná (fe): “El versículo afirma con respecto a Moisés que ‘sus manos eran emuná’ (Éxodo 17:12). No basta con profesar que uno tiene emuná en el corazón. Hay que actuar en base a esa emuná. Si la emuná es genuina, entonces va a expresarse en la acción”.

Y como dijo un sabio: “Imagínate que un marido millonario profesa su amor por su esposa diciendo que haría cualquier cosa por ella. Entonces ella le pide que le regale una joya, pero él nunca encuentra un rato libre para ir a comprarla. ¿Acaso ella va a creer que el amor de él es genuino? Y si ella le pide algo sencillo, como, por ejemplo, ir a comprar algo al almacén, y él empieza con excusas, entonces ella sabe con toda certeza que la “devoción” de él es mentira. Pues bien – lo mismo ocurre con Dios. Si uno no está dispuesto a actuar aunque sea en forma mínima para llevar a la práctica sus supuestas convicciones, entonces ¿de qué sirven?

 

Basado en Síaj Sarfei Kodesh VI: 565