¿Cuántas veces te has encontrado mirando el reloj con la cara desconcertada, pensando cómo pudiste pasar tanto tiempo frente a la pantalla? Hay muchas formas de perder el tiempo, así que ahorraremos aquí sugerencias e intentaremos aportar soluciones.
Antes que nada, hay que ser conscientes de una realidad que no a todos les resulta evidente: estamos en este mundo para aprovechar el tiempo. Esta vida es un entrenamiento constante, no hemos venido a descansar sino a trabajar.
Es importante tener esta idea como punto de partida para poder aprovechar el tiempo que tenemos aquí. Si nos tomamos este tránsito por el estado material en el que nos encontramos como un puro paseo, entonces estaremos desaprovechando la oportunidad más grande que nadie nos dará nunca: vivir.
Vivir es muchas cosas: disfrutar, sonreír, descansar, pasear, trabajar, ayudar a otros, preocuparse por las necesidades de los demás, orar, agradecer… así podemos seguir hasta el infinito y más allá como decía el muñeco de la famosa película. Pero sobre todo esta vida es esfuerzo. Debemos ser conscientes a cada momento de la oportunidad de valor incalculable que HaShem nos ha proporcionado al darnos la posibilidad de habitar en este mundo maravillosamente increíble.
Vivir es muchas cosas: disfrutar, sonreír, descansar, pasear, trabajar, ayudar a otros, preocuparse por las necesidades de los demás, orar, agradecer…
Cierto es que no podemos estar las 24 horas del día trabajando o incluso haciendo cosas por los demás porque necesitamos un tiempo para nosotros, para ocuparnos de nuestras necesidades ya que solamente al estar bien podremos ayudar a los demás.
Sin embargo, muchas veces nos dejamos llevar por el egoísmo o la pereza y dedicamos demasiado tiempo a esas indulgencias que deberían ser puntuales y acabamos por perder el tiempo, dedicando estos valiosos minutos a actividades que no tienen ninguna utilidad verdadera.
Incluso nos convencemos a nosotros mismos de que es absolutamente necesario que dediquemos la mayor parte de nuestro tiempo al cuidado propio sin preocuparnos de los demás.
La publicidad y la sociedad de hoy en día no ayudan mucho a esta tarea de trabajar nuestra espiritualidad para lograr el objetivo de alcanzar la reparación espiritual. La mayoría de lo que se promociona hoy en día está dedicado al cuidado de la persona de forma individual, y no se le otorga una gran importancia al trabajo social, de ayuda al prójimo o incluso a una simple reflexión para parar un momento al día y dedicarle una sonrisa a otra persona que lo está necesitando (todos necesitamos una sonrisa).
Por eso, te desafío a que cambies el chip y pienses qué puedes hacer realmente con tu tiempo, cómo puedes hacer algo por esa persona a la que sabes que le está yendo regular hoy. Siempre hay alguien cerca que necesita ayuda. Y si no es con otras personas, ayúdate a ti mismo/a estudiando unas palabras de Torá cada día, dedícate tiempo de verdad: dale un capricho a tu alma y concédele unos minutos de espiritualidad, esa que tanto está deseando ejercitar cada día.
