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La plegaria me envuelve

Autor: Yehudis Golshevsky
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El Rebe Najman una vez llevó a uno de sus discípulos a una sesión de plegaria a la mañana bien temprano en el bosque

El Rebe Najman una vez llevó a uno de sus discípulos a una sesión de plegaria a la mañana bien temprano en el bosque. Cuando llegaron a la entrada de una antigua cueva volcánica oculta entre los arbustos, le hizo un gesto de que debían entrar allí y hacer hitbodedut (plegaria personal).

Apenas entraron, el Rebe Najman se sentó en el suelo y tomó su libro de rezos Shaarei Tzion, que le era muy preciado, y que estaba lleno de muchas plegarias adicionales para toda clase de acontecimientos y situaciones. El Rebe se puso a rezar con lágrimas en los ojos y su discípulo oía cada tanto sus suspiros.

El Rebe se puso a rezar con lágrimas en los ojos y su discípulo oía cada tanto sus suspiros.

 

Eran plegarias cargadas de emoción y estaba tan absorto en el rezo que se había olvidado por completo de su acompañante. Pasó una hora, pasaron dos y el Rebe Najman seguía rezando como si el mundo hubiera dejado de existir. El discípulo se quedó allí sentado, cautivado ante aquella escena.

El día ya había terminado cuando el Rebe Najman de repente alzó la vista y dijo: “Por favor, sal afuera a ver qué hora es”. Él pensó que seguramente había llegado el momento de rezar el rezo de la tarde (Minjá). Pero el sol ya se estaba poniendo y ya se percibía el crepúsculo. Había pasado un día entero y ninguno de los dos había sentido el paso del tiempo.

Así era como rezaba el Rebe…

 

Una vez, el Rebe le hizo un regalo a un discípulo: le dio uno de sus viejos talit. Y mientras se lo estaba dando, le dijo: “Asegúrate de cuidar mucho este talit que te estoy dando. Espero que sepas valorarlo en conformidad con su valor. ¡Porque, si he de ser sincero, te diré que he derramado más lágrimas rogándole a Dios ser digno de captar la esencia y el significado de un talit que la cantidad de hebras que lo forman!”.

Esta anécdota confirma otra afirmación que hizo el Rebe Najman acerca de sí mismo: que cada logro espiritual que había alcanzado había sido únicamente gracias a que había derramado un montón de lágrimas y había ofrecido un montón de plegarias a Hashem.

 

Basado en Or HaOrot, primera parte.

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