La esencia de la teshuvá

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Bien, estamos en Elul, el mes anterior a Rosh HaShaná, el Día del Juicio Final, el día en que defendemos la vida que hemos vivido hasta ahora y pedimos el regalo de la vida que queremos vivir a partir de ahora. La teshuvá (volver a Dios) es una mitzvá que la mayoría de nosotros necesita hacer, desesperadamente. La teshuvá es como hacer borrón y cuenta nueva. Cualquier cosa mala que hayamos hecho es deshecha por nuestra teshuvá y borrada de nuestra historia. Es un buen trato. Y ahora repasemos brevemente los componentes de la teshuvá.

 

En primer lugar, tenemos que dejar de hacer el mal. Idealmente, debemos hacer un compromiso tan absoluto que nunca más pensemos o queramos repetir nuestro error. (Incluso si no podemos parar de golpe, reducir la frecuencia, la duración y/o el disfrute de la fechoría son grados válidos y valiosos de teshuvá).

 

En segundo lugar, lamentar lo que hicimos mal, ya sea entre nosotros y Dios (por ejemplo, comer una hamburguesa con queso), o entre nosotros y otra persona (por ejemplo, el robo). Arrepentirnos de lo que hicimos mal puede ser difícil. Después de todo, en el momento en que hicimos lo que hicimos, puede que no supiéramos que estaba mal. Incluso ahora, puede que no comprendamos su maldad: “Sólo era una hamburguesa con queso”. Podemos racionalizarlo: “Bill Gates nunca va a echar de menos mis pocos dólares”. Cuanto más madure nuestra comprensión de la judeidad, más madurará nuestro arrepentimiento -y la correspondiente teshuvá.

 

El último componente es la confesión. Tenemos que decirle a Dios, en voz alta, algo así como: “He pecado. Lamento haber pecado y me comprometo plenamente a no volver a repetir mi fechoría”. Obviamente, cuanto menos perfecta sea nuestra sinceridad, menos perfecta será nuestra teshuva. Pero una teshuvá imperfecta es mejor que ninguna teshuvá en absoluto.

 

Entonces, ahora conocemos los rudimentos de la mitzvá de teshuvá. Pero, ¿cuál es la esencia del retorno a Dios?

 

La esencia de la teshuvá es escuchar, ser insultado y permanecer en silencio, exterior e interiormente. La esencia de la teshuvá se consigue mediante la humildad.

 

La teshuvá significa devolver cada cosa a su raíz, es decir, volver a unirla a Jojmá, la sabiduría de Dios en la Creación. Por lo tanto, uno tiene que aprender a controlar su pensamiento y mantenerlo dentro de las áreas apropiadas. Esta es la esencia de la teshuvá.

 

La esencia de la teshuvá depende del corazón. Es decir, los pensamientos del corazón deben huir del pensamiento erróneo e ir corriendo hacia el pensamiento correcto.

 

La esencia de la teshuvá es gritar: “¡¿Dónde está Dios?!” cuando no sientes Su presencia en absoluto. Buscar y buscar el honor de Dios a pesar de darse cuenta de lo distante que se está de Él, pero seguir preguntando, desde el dolor: “¡¿Dónde está el lugar de Su honor?!”

 

La esencia de la teshuvá completa es encontrarte en la misma situación en la que estabas antes, enfrentándote a la misma tentación, pero ahora dándole la espalda, forzando tu inclinación a no ceder al mal. Esta es la esencia de la teshuvá, y sólo a esto se le llama teshuvá.

 

La esencia de la teshuvá es la vergüenza, sentir una gran vergüenza en presencia de Dios. Uno merece esto al pasar tiempo con un auténtico tzadik.

 

La esencia de la teshuvá completa requiere tener una conexión con tzadikim genuinos.

 

¿Qué tienen en común estas esencias? El orden. A través del estudio de la Torá -su manifestación verbal (textos sagrados) y su manifestación de carne y hueso (tzadikim santos)- reconocemos que hay una presencia Divina en el mundo. Entonces podemos empezar a organizar la vida para que el mundo funcione tan pacífica y bellamente como debería. Nos damos cuenta de lo mucho que Dios merece ser honrado Nos damos cuenta de lo mucho que debemos evitar el honor.

 

Eventualmente, con la ayuda de Dios, progresamos hasta el punto de que Dios nos coloca en la misma situación en la que fallamos en el pasado. Comprendiendo una cosa de la otra, sabemos cómo situar adecuadamente a Dios, a nosotros mismos y a nuestra inclinación para que el mundo de Dios se arregle.

 

Que esto ocurra pronto y rápidamente, en nuestra vida. Amén.

 

(Basado en selecciones de Likutey Moharan y Sabiduría de Rabí Najman)

LA ESENCIA DE LA TESHUVÁ