Basado en Likutey Moharan II, Lección #78
“En ese momento yo [Moshé] supliqué a Dios, diciendo” (Deuteronomio 3:23).
Esta es la lección en la que El Rebe Najman hace uno de sus pronunciamientos más famosos:
¡LA DESESPERACIÓN NO EXISTE!
¿Y cómo lo sabe? Muy simple: por la historia del mundo.
En Likutey Halajot (Milá 3:2), su comentario a Likutey Moharan, el Rebe Najman escribe que, lógicamente, dado que el propósito de la Creación es que los judíos vivan según la Torá, Dios debería haberle entregado la Torá a la humanidad de inmediato. (No sólo eso, sino que, dado que la vida -la mera vida animal, “vivir para comer”, y la verdaderamente humana, la vida sagrada- sólo proviene de vivir de acuerdo con la Torá, parecería imperativo que la Torá hubiese sido entregada inmediatamente). Entonces, ¿por qué Dios esperó veintiséis generaciones hasta darla?
En Likutey Halajot (Milá 3:2), su comentario a Likutey Moharan, el Rebe Najman escribe que, lógicamente, dado que el propósito de la Creación es que los judíos vivan según la Torá, Dios debería haberle entregado la Torá a la humanidad de inmediato.
Dios nos estaba haciendo un favor, un favor que no merecíamos y un favor que nos serviría cuando no lo mereciéramos (como suele ocurrir). Dios no quiere perder ni una sola alma. Cualquier chispa de santidad que produzca un alma es la salvación del alma. Si la Torá hubiera sido entregada de inmediato, se nos habría encargado su observancia. Y con el primer paso en falso, se habría acabado.
Porque, dice Reb Noson, la Creación pone a prueba nuestro libre albedrío y sin el libre albedrío, no hay recompensa ni castigo. Teóricamente, todo ser humano podría elegir siempre observar la Torá y vivir una vida impecable. Teóricamente. Pero en la práctica, no hay ningún tzadik vivo que no haya pecado. Por lo tanto, si no hubiera habido un período de gracia de veintiséis generaciones, en el que Dios mantuvo a la humanidad sin que nadie viviera según la Torá, el primer error humano (también conocido como “pecado”) habría traído consigo la total destrucción personal, e incluso mundial.
Esa gracia inicial de Dios todavía existe. En nuestras vidas personales también, siempre hay una medida de gracia que Dios nos extiende y que está disponible incluso si esa persona ha cometido todos los crímenes posibles. Esta gracia recibe el nombre de “teshuvá”, retorno. Esta gracia es enseñada y modelada por el tzadik. Búscalo y permite que te muestre cómo recibir y vivir el don de la esperanza y la reparación, de la teshuvá, pase lo que pase.