Estas semanas son muy especiales porque leemos porciones de la Torá que tienen un poder increíble para transformarnos.
Parshat Parashat Pará
La Torá nos ordena rociar las cenizas de una novilla roja sobre alguien que haya estado en contacto con un cadáver y se haya vuelto impuro. Incluso hoy en día, sin el Templo Sagrado, con sólo escuchar este mandamiento leído de la Torá, recibimos la pureza que traen las cenizas sagradas.
Las cenizas tienen el poder de elevar a aquellos que se sienten “quemados hasta las cenizas”.
La novilla roja (siendo la madre de un becerro) expía el pecado de adoración de ídolos del becerro de oro cuya raíz nos plaga espiritualmente aún hoy.
El rojo, según la Cábala, connota juicios severos y sangre. Así, las cenizas de la vaquilla roja denotan a alguien que ha caído a los niveles más bajos de impureza, hasta el punto de ser considerado espiritualmente “muerto”.
El trabajo de la ceniza es paralelo al de los verdaderos tzadikim. Ambos se esfuerzan en ayudar a elevar y purificar a cada judío, incluso al que ha caído hasta el punto de ser un muerto espiritual.
Shabat Parashat HaJodesh
Después de ser “elevados” y purificados, ahora estamos listos para empezar de nuevo.
Leemos sobre la primera Mitzvá de la Torá, santificar la luna nueva. Esta mitzvá le fue enseñada a Moshé al comienzo del primer día del mes de Nisán, el mes de la redención de Egipto.
El pueblo judío y la luna tienen una característica común: ambos tienen períodos de oscuridad y de luz. De la misma manera que el mes comienza cuando la luz de la luna es apenas visible, así también el judío puede levantarse y comenzar de nuevo incluso en la oscuridad total. Esta “renovación” es el secreto de nuestro éxito. Incluso después de que la luna alcanza su clímax completo a mediados del mes, a partir de entonces comienza a disminuir hasta convertirse en una simple brizna. Sin embargo, justo en el momento más oscuro, el nuevo ciclo comienza de nuevo.
Después de recibir el impulso espiritual de las cenizas de la vaquilla roja, podemos empezar de nuevo, sin importar lo mucho que hayamos caído. Siempre hay luz tras la oscuridad. Al igual que el mes (JoDeSH en hebreo) podemos empezar de nuevo (JaDaSH en hebreo).
Estas semanas sirven para prepararnos para recibir adecuadamente la luz de Pésaj – que es la luz de la redención de Egipto, la redención de nuestras luchas y dificultades diarias, y la redención final, cuando llegue el Mashiaj. Las claves son la esperanza, la alegría y no rendirse nunca, pase lo que pase. A través de ellas, merecemos la pureza y la santidad necesarias para participar en la ofrenda de Pésaj.
Pésaj significa “saltar” y nos permite “saltar” todos nuestros fracasos, caídas y contratiempos anteriores.
Que podamos merecer rápidamente la llegada de Mashiaj, la construcción del Templo Sagrado final, y que entonces podamos participar en los sacrificios y las ofrendas de paz con total pureza y santidad, ¡Amén!