La Luz Infinita de Dios habría sido demasiado abrumadora y habría arrasado con mundos y criaturas
En la siguiente etapa de la Creación, Dios formó Diez Sefirot para que actuaran de canales o filtros a fin de transmitir Su Luz y Su generosidad. Estas Diez Sefirot eran herramientas necesarias en Su plan, ya que, sin ellas, la Luz Infinita de Dios habría sido demasiado abrumadora y habría arrasado con mundos y criaturas que se encontraban a niveles inferiores de santidad y espiritualidad.
Sin embargo, era necesario realizar un paso más antes de que la Creación de los mundos inferiores pudiera proceder a buen ritmo. La posibilidad de que estos mundos inferiores recibieran una provisión constante de Luz Divina iba en contra de otro objetivo de la Creación, que era que el hombre tuviera libre albedrío. Tal como explica el ARI (Etz Jaim 8:6), si la Luz Infinita de Dios fuera siempre manifiesta, el ser humano no tendría libre albedrío. Si la persona siempre fuera consciente de la Presencia de Dios, transgredir Su voluntad sería algo imposible. Por lo tanto, Dios ocultó Su Luz y, al hacerlo, permitió que el hombre eligiera libremente entre hacer el bien y hacer el mal.
Si la Luz Infinita de Dios fuera siempre manifiesta, el ser humano no tendría libre albedrío
Con este fin, Dios diseñó las Diez Sefirot originales con una falla incorporada. La Sefirá está compuesta tanto de luz como de una vasija (una luz menor que actúa de recipiente para la luz mayor). Dios diseñó las vasijas originales como entes separados que eran incapaces de darse apoyo el uno al otro. Cuando Él hizo brillar Su Luz en dichas vasijas, las vasijas no lograron soportar la intensidad de esa Luz y se rompieron. Parte de los fragmentos fueron arrojados muy lejos, formando las así llamadas klipot (fuerzas del mal) y dando surgimiento a un ámbito externo en el cual la Presencia de Dios está casi completamente oculta. La existencia de estas klipot forma un equilibrio entre el bien y el mal en la Creación, posibilitando que el ser humano tenga libre albedrío en la vida.
Tras la Ruptura de las Vasijas, Dios “rediseñó” las Sefirot de modo tal que las vasijas no fueran abrumadas por la Luz y pudieran contener y filtrar la Luz al mundo. Al mismo tiempo, parte de los fragmentos de las vasijas destruidas descendieron a los ámbitos inferiores, en los que se crearían los mundos inferiores y, entre ellos, el planeta Tierra. Dichos fragmentos, así llamados “chispas de santidad”, fueron esparcidos en toda la creación. Posteriormente, cuando Adam comió del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, Adam provocó todavía más daño a aquellas chispas de santidad, haciendo que se dispersaran aún más lejos. Uno de los objetivos espirituales del ser humano es recoger esas chispas de santidad desde todos los lugares a las que llegaron y devolverlas a su nivel original. Y este objetivo se lleva a cabo por medio del estudio de la Torá, de la plegaria y de la realización de buenas acciones.