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Jerusalem – Lugar de Memoria

Autor: breslov.org
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Bien profundo dentro de nosotros mismos, sabemos que este mundo es transitorio

El Rebe Najman enseña que cada mañana, el judío debe esforzarse por unirse a “una memoria del Olam Habá”. Esta memoria es una mera huella de un momento de la existencia cósmica y eterna del individuo, en el cual fue consciente de su verdadera raíz, su verdadero hogar.

Se nos ha enviado a este mundo innumerables veces para que elevemos lo mundano y revelemos el Reino del Creador dentro de la Creación. La naturaleza misma de nuestra elevada conciencia que ha sido reducida a este nivel tan bajo de existencia produce una especie de olvido espiritual similar al sueño.

lvidamos quiénes somos y para qué estamos aquí. Sin embargo, en Jerusalem, a pesar de que el Santo de Santos está en ruinas, sigue habiendo una vibración de memoria

La misión colectiva del pueblo judío es una misión relacionada con la memoria. Estamos aquí para recordar nuestra profunda conexión con el Creador tanto como un vehículo para su presencia Divina como una herramienta para hacer que el mundo se acerque a su verdadera identidad. Sin embargo, incluso nosotros, que todas nuestras vidas y todo nuestro ser están, en un sentido subconsciente, ligados con la unicidad del Creador, necesitamos un lugar que nos recuerde cuál es nuestra verdadera misión nacional.

Ese lugar es Jerusalem.

Bien profundo dentro de nosotros mismos, sabemos que este mundo es transitorio y, sin embargo, a menudo vivimos como si la vida en este mundo fuera, en cierto modo, permanente. Olvidamos quiénes somos y para qué estamos aquí. Sin embargo, en Jerusalem, a pesar de que el Santo de Santos está en ruinas, sigue habiendo una vibración de memoria de la verdad que reside dentro de cada uno de nosotros. El Rebe Najman y el Reb Noson nos enseñan que este es el rol del Tzadik, quien es análogo al Templo. El Tzadik, al igual que Jerusalem, es la fuente de nuestra memoria de un mundo que hemos olvidado mientras pasamos por este otro.

Cuanto más nos conectamos con Jerusalem y con el Tzadik, más accesible se vuelve la memoria de quiénes somos y cuál es nuestra misión a cada uno de nosotros. Ese es el objetivo de Tishá BeAv: reconocer lo poco que realmente recordamos quiénes somos en realidad y por qué la realidad de una Jerusalem reconstruida nos elude constantemente. Sin el apego a un verdadero Tzadik, nuestro sendero rumbo a quiénes somos y nuestra verdadera misión se vuelve oscuro y complicado. El Tzadik es nuestro guía para volver a casa y al Templo en Jerusalem.

 

 

 

 

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