Llamada por muchos, la “musa”, la inspiración no es otra cosa que una manifestación de la felicidad interna. Cuando una persona está feliz, se siente inspirada para crear, escribir, pintar, decorar… hacer las mil y una cosas para las que HaShem en su infinita bondad le ha dado los medios y herramientas necesarias para llevar a cabo.
Para muchos escritores y artistas es demasiado conocida la expresión “quedarse en blanco”. Enfrentarse a una página o a un lienzo en blanco y no tener nada que plasmar es muy duro. Hay días, o épocas incluso, en los que no se saca de las manos nada meritorio. Sin embargo, hay otras épocas en las que el artista se siente tan inspirado que apenas da abasto para plasmar todas las ideas que abarrotan su cabeza.
¿Cuál es la diferencia entre estos dos estados de creación nula o abundante? La principal razón es el estado de ánimo. Si una persona está feliz, se siente inspirada para agradecer, compartir, para estar en armonía con los demás. Sin embargo, cuando se siente triste no haya nada que le satisfaga y todo le parece negro y oscuro, sin vida, sombrío.
Para muchos escritores y artistas es demasiado conocida la expresión “quedarse en blanco”. Enfrentarse a una página o a un lienzo en blanco y no tener nada que plasmar es muy duro.
El estado de felicidad no depende del exterior. Hay personas que incluso en los momentos más oscuros han sabido mantener la cabeza alta y continuar siendo felices. Un ejemplo de ellos, el más señalado de la Torá, es el de Abraham Avinu. A él le fue encomendada la difícil prueba de sacrificar a su único hijo Itzjak. El midrash dice que Abraham no sabía dónde estaba el lugar en el que sería el sacrificio y para saberlo debía mantener su estado de profecía para continuar la comunicación con Dios. Y este estado profético solamente era posible mantenerlo con su emuná intacta y estando alegre y agradecido con el Creador.
Pues bien, no sólo Abraham Avinu estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo porque HaShem así se lo había ordenado, sino que además mantuvo un estado de fe y de felicidad absoluto durante todo el proceso. Finalmente HaShem envió a un ángel para detenerlo y avisarle de que había superado la prueba.
En la vida enfrentamos pruebas duras, o pruebas que a algunos les parecen fáciles de superar pero que para la persona que está en ello suponen un obstáculo enorme. Lo primero que hay que hacer es no juzgar las pruebas de los demás puesto que solamente HaShem sabe hasta dónde llega nuestra fortaleza en cada ámbito de la vida. Y lo segundo que debemos intentar lograr por todos los medios es mantener un estado de felicidad.
Y es que la felicidad no depende de los demás, ni del dinero, ni de la familia, ni de nada más que de uno mismo. Tú puedes elegir en cada momento si estás feliz con tu parte o si estás deprimida y apagada porque aún no tienes lo que sientes que te mereces.
Alcanzarás tus metas si conservas un estado de felicidad y emuná y le agradeces a Dios por todo lo que tienes.
Sonríe, ese es el primer paso. Inténtalo ahora mismo, ¡HaShem te está mirando!