Historias de Pesaj

ליל הסדר וסדר העדיפויות שלנו

El hombre es incapaz de confrontarse repentinamente con su Creador. Una vivencia semejante es demasiado abrumadora para el ser humano. La Verdad debe ser camuflada. Recién entonces el alma será capaz de irla absorbiendo en forma gradual.

Dios, por así decirlo, se “camufló” en historias. Estas son las historias de la Creación y de Adán y Eva, las historias del Diluvio y de los Patriarcas, las historias del exilio y de la redención. Dios está oculto detrás de todas las historias de la humanidad y en las historias aún no contadas de cada ser humano: sus pruebas, sus tribulaciones y su salvación.

En el Seder de Pesaj, contamos historias: es lo que se llama Maguid. Contamos las historias del exilio y la redención de Egipto, que representan las historias colectivas de la humanidad y que simbolizan las historias individuales de cada uno de nosotros. Al relatar los detalles de dichas historias, deberíamos inspirarnos con ellas y ver la Mano de Dios en nuestras propias historias.

Dios, por así decirlo, se “camufló” en historias. Estas son las historias de la Creación y de Adán y Eva, las historias del Diluvio y de los Patriarcas, las historias del exilio y de la redención. Dios está oculto detrás de todas las historias de la humanidad y en las historias aún no contadas de cada ser humano: sus pruebas, sus tribulaciones y su salvación.

Al relatarlas, estamos dándoles vidas a sus historias. Y esperamos que Dios, a su vez, le dé vida a la historia de nuestra Redención (Likutey Halajot Nedarim 5:6-8).

הא לחמא הוא לחם החוויה לחם ההכרזה החומר-מזון שלנו למחשבה

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Reb Noson solía recitar la Hagadá con gran fervor y emoción. Muchas veces, los miembros de su familia tenían incluso miedo de mirarlo durante el Seder, de tan grande que era su temor Divino.

Su nieto, Rabí Abraham Sternhartz, contó que la noche del Seder era un momento muy difícil para la familia del Reb Noson, porque nunca estaban seguros de si iba a terminar el Seder sin desmayarse… Una vez, cuando estaba recitando la frase “La revelación de la Presencia Divina”, se emocionó tanto que de hecho se desmayó (tradición oral).

La hija del Rebe Najman, Adel, vivía en Breslov y el Rebe solía comer en su casa el último día de Pesaj. Cada año, Adel le servía a su padre dos kneidalaj (pelotitas de matzá) con la sopa. Una vez, el Rebe le dijo: “En recompense por estos dos kneidalaj, Hashem te va a bendecir con dos hijos”. Más tarde, Adel siempre se lamentaría no haber honrado a su distinguido huésped con más kneidalaj (Aveneha Barzel).