Nunca se pierde ningún buen pensamiento ni ningún intento por hacer algo bueno
En la sijá 11 de Sijot HaRan, Rebe Najman señala lo afortunados que somos de haber merecido la santidad del pueblo judío y cuánta felicidad él obtiene de haber estado en Eretz Israel. Sin embargo, él no está diciendo aquí que su felicidad provino de haber alcanzado los increíbles niveles de kedushá (santidad) que alcanzó en Eretz Israel. Lo que le causó tanta felicidad fue el hecho de que logró superar tantos obstáculos.
La historia del viaje del Rebe Najman a Eretz Israel aparece detallado en el libro Shivjei HaRan. Es sabido que el Rebe se topó con dificultades financieras, presión por parte de su familia para que no viajara, y muchos pensamientos confusos acerca del viaje. Al final, por supuesto, el Rebe logró hacer realidad el viaje y llegar a la Tierra Santa. Y él nos dice en esta sijá (charla) que el hecho de haber superado tantas dificultades fue lo que aumentó su alegría al alcanzar su objetivo.
Al final, por supuesto, el Rebe logró hacer realidad el viaje y llegar a la Tierra Santa
A partir de este caso específico, el Rebe nos enseña un principio general. Él dice, basado en el Zohar HaKadosh, que nunca se pierde ningún buen pensamiento ni ningún intento por hacer algo bueno. Cuando una persona trata de hacer una mitzvá, incluso si no lo logra, todo su esfuerzo y todos sus anhelos de hacer la mitzvá quedan registrados en el Cielo. A partir de esto aprendemos que incluso cuando no tienes éxito, no debes pensar que tu esfuerzo ha sido en vano. Todo lo que trataste de hacer queda registrado para tu mérito eterno.
Y si al final sí logras hacer la mitzvá, entonces esa mitzvá es mucho más grande que si la hubieras logrado hacer sin enfrentar dificultades, ya que todo tu esfuerzo para superar los obstáculos se une al acto mismo de la mitzvá. Rabí Tzvi Arie Rosenfeld explicó que estos obstáculos, meniot, se transforman en neimot, deleites, lo cual suma más alegría a la alegría de la mitzvá, tal como explica el Rebe con referencia a su viaje a Eretz Israel.
Durante estos últimos meses, hemos enfrentado muchos obstáculos nuevos para cumplir mitzvot que hasta ahora habían sido tan fáciles de hacer y que habíamos dado por sentadas. Rezar en la sinagoga, rezar con un minián, escuchar un shiur, salir a recolectar tzedaká para causas importantes, viajar a Eretz Israel y otras tantas mitzvot que ahora resultan difícil o directamente imposibles, dependiendo de dónde vivamos. Estamos ya en el mes de Tamuz y nadie sabe si podremos estar con el Rebe para Rosh Hashaná, acerca de lo cual él dijo: “No hay nada más grande que esto” (Jaiei Moharán 406) y “Todo el mundo depende de mi Rosh Hashaná” (Jaiei Moharán 405).
Ante estos obstáculos, podemos recordar las palabras del Rebe y resolver que haremos todo lo posible para superarlos. Y si no lo logramos, entonces sabremos que nuestros esfuerzos quedarán registrados y estarán a nuestra disposición cuando los necesitemos. Y si sí tenemos éxito, la simjá de hacer la mitzvá será mucho más grande. Sea como fuere, incluso en las circunstancias más difíciles, no debemos darnos por vencidos. Esta sijá fue dada el mismo Shabat en que el Rebe dio la lección acerca de él era una persona simple, cuando habló de la ruta a Eretz Israel y clamó su grito eterno: “¡No existe la desesperación en absoluto!”. La desesperación es una pérdida segura. Pero cuando nos esforzamos y hacemos lo mejor que podemos, ganamos sí o sí.