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Eres más grande que tus errores

Autor: Yehudis Golshevsky
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Uno de los discípulos del Baal Shem Tov solía comer únicamente en Shabat.

Los discípulos del Baal Shem Tov solían ser objetos de burla a causa de la lealtad que le tenían a su maestro. Pero ellos se mantenían firmes, comprometidos a servir a Dios.

Uno de los discípulos del Baal Shem Tov solía comer únicamente en Shabat. Durante el resto de la semana, sin que los demás se dieran cuenta, él se abstenía de comer y pasaba los días sumido en el estudio de la Torá y la plegaria. Una vez, durante uno de aquellos ayunos, se sintió extremadamente débil, hasta tal punto que sintió que estaba a punto de expirar si no llevaba un bocado a la boca. En ese momento, la única comida que había disponible era la matzá que se había reservado para el eiruv comunitario y que estaba guardada en una vitrina de vidrio dentro de la sinagoga, pero el joven no logró contenerse y comió la matzá.

Una vez, durante uno de aquellos ayunos, se sintió extremadamente débil, hasta tal punto que sintió que estaba a punto de expirar si no llevaba un bocado a la boca.

Cuando los adversarios de la Jasidut de aquella ciudad se dieron cuenta de que la matzá había desaparecido, enseguida empezaron a buscarla. Pero por mucho que la buscaron, no lograron encontrarla, y entonces llegaron a la conclusión de que este muchacho era el único que podía haberla comido, lo cual les causó gran deleite. De inmediato empezaron a insultarlo y a burlarse de él, llamándolo “ladrón”. “¿Qué clase de delincuente va a comer algo que fue reservado para un rito religioso de toda la comunidad? ¿Y este es el que se hace llamar ‘religioso’?”. Dondequiera que iba, la gente se burlaba de él. Finalmente, el joven sintió que ya no podía soportar semejante abuso e hizo lo impensable: abandonó la fe judía.

Cuando le contaron esta historia tan triste al Reb Noson, él hizo un comentario muy emocionante: “Este muchacho cayó únicamente debido a que no recibió suficientes palabras de aliento. En lugar de hacer lo que hizo, debería haber pensado: ‘Sí, es verdad que comí la matzá. ¿Acaso es un crimen tan terrible comer la matzá de la comunidad cuando uno está en una situación tan desesperante? ¿Por qué este tropiezo me convierte en tan mala persona?’”.

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