No hay límite para lo alto que uno puede llegar
Los más grandes tzadikim se pasan la vida subiendo de un nivel espiritual a otro en sus devociones y en su comprensión de la Divinidad. Pero jamás descansan en sus laureles, sino que todo el tiempo empiezan de nuevo, plenamente conscientes de que la naturaleza infinita de Dios implica que ellos recién acaban de comenzar. Y por más alto que se eleven, siguen estando en el comienzo, y siempre necesitan empezar de nuevo con nueva frescura en su relación con Dios, que está en continua y constante expansión.
Jamás descansan en sus laureles, sino que todo el tiempo empiezan de nuevo
El Rebe Najman enseñó que es en mérito de esas clases de tzadikim que aquellos que se encuentran del otro extremo del espectro logran obtener la vitalidad que necesitan para levantarse de sus caídas, por muy bajo que hayan caído.
Porque si en el extremo superior de la escala, no hay límite para lo alto que uno puede llegar, eso también significa que tampoco hay un límite para lo bajo que uno puede caer. La persona que cae en caída libre aprende de los tzadikim que, en este mismo momento, allí donde se encuentra, no es el lugar más lejano al que puede llegar, lo cual significa que, en el panorama general, no es para nada lejos.
Así como esos tzadikim sienten que su ascenso apenas si ha comenzado, debido al carácter infinito de Dios, de la misma manera, hasta la persona que está en el nivel más bajo aún no ha llegado demasiado lejos como para impedir que pueda frenar y empezar a retornar a su Creador.
A mí personalmente, esta idea me fascina. ¡Dios es tan inmenso que uno jamás puede realmente comprender Su grandeza mientras va subiendo y es tan inmenso que tampoco puede realmente escaparse de Él cuando baja!
Oh, Infinito,
Por favor, permite que la conciencia que tienen los tzadikim
De Tu luz infinita
Brille dentro de mí, para que pueda seguir el sendero de ellos
Y siempre suba más y más hacia Ti
(Likutey Halajot – Hiljot Tefilín 5:9)