El tzadik está cien por ciento dedicado a compartir las aguas de la Torá con el resto del mundo.
La letra del hebreo que está asociada con el mes de Shevat es la Tzadik, que precisamente tiene la forma de un árbol, con raíces en el suelo y una copa que se expande.
La letra Tzadik es, obviamente, un símbolo del Tzadik, o sea, de la persona justa y santa, aquella que ha hecho realidad su potencial humano, que está conectada con las más altas esferas espirituales y a la vez con sus congéneres, y cuyo carácter rebosa de tzedek, o sea, de rectitud. Esta persona es el paralelo perfecto del mes de Shevat, que es el mes del “aguatero”, porque el tzadik está cien por ciento dedicado a compartir las aguas de la Torá con el resto del mundo, para que esta pueda florecer como un refrescante jardín de árboles frutales.
La letra Tzadik es, obviamente, un símbolo del Tzadik, o sea, de la persona justa y santa, aquella que ha hecho realidad su potencial humano, que está conectada con las más altas esferas espirituales y a la vez con sus congéneres, y cuyo carácter rebosa de tzedek, o sea, de rectitud
El Rebe Najman dedicó gran parte de sus enseñanzas a explicar el concepto de “tzadik” – y lo importante que es conectarse con los verdaderos tzadikim, lo beneficioso que resulta aprender de ellos. Una vez, un gran místico judío describió la función del tzadik por medio de una parábola:
Cuando una persona entra a un laberinto ─un laberinto en un jardín, formado por arbustos de gran altura─, puede pasar muchísimo tiempo dando vueltas, sin encontrar la salida y yendo tras sus propios pasos, debido a que se encuentra al nivel del suelo. Estos laberintos están diseñados de modo tal que tienen la salida (o solución) en el centro mismo del laberinto, donde uno se puede sentar a descansar y disfrutar de la tranquilidad del lugar. Ahora imaginemos a alguien que ya invirtió tiempo y energía en encontrar la salida con el método de “prueba y error”, pero, en vez de sentarse a descansar, se para encima de una columna en el medio del laberinto en busca de otras personas que todavía estén perdidas. Él se encuentra por encima del nivel de los muros y se ofrece a servir de guía a todas las almas confusas que están estancadas en los pasillos. Desde esa altura, él logra ver todo el laberinto y puede señalarles a los demás dónde tiene que doblar para llegar a ese lugar tranquilo que hay en el centro.
La vida es ese laberinto y la persona que está parada en la columna es el tzadik. A menos que alcemos la cabeza y busquemos orientación, continuaremos dándonos golpes en la cabeza contra los muros en busca de una solución.