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El médico del alma – Vaieshev

Autor: Yossi Katz
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Uno tiene que estudiar y comprender a la otra persona antes de poder realmente estar cerca de ella.

Por alguna razón, la gente piensa que los temas espirituales son cosas sin importancia. Piensan que si tienen alguna dificultad en el ámbito espiritual, basta con que vayan a consultar al rabino del barrio, como cuando uno vende el jametz antes de Pesaj…

Pero eso es un error. Si, Dios no lo permita, uno sufriera de una enfermedad terminal, con toda certeza no se quedaría satisfecho con ir al médico de cabecera para que le trate el cáncer. Solamente va a ir al más grande especialista en oncología. Y dado que los temas espirituales no son ningún chiste, ya que nuestra vida eterna depende de ellos, ¿cómo no vamos a buscar al más grande especialista para curar nuestras dolencias no físicas?

Piensan que si tienen alguna dificultad en el ámbito espiritual, basta con que vayan a consultar al rabino del barrio, como cuando uno vende el jametz antes de Pesaj…

Cuando no tomamos en serio el aspecto espiritual, nos enfermamos, en tal grado que ya no nos damos cuenta de que nos hemos sumido en un coma espiritual. Vamos por la “vida” como sonámbulos o directamente rechazamos la religión del todo. Y cuando sí tenemos unos breves momentos de introspección, nos echamos la culpa por no haber haber hecho caso a las instrucciones que nos habían dado. De hecho, jamás nos enseñaron de manera adecuada ni nos dieron los consejos necesarios para tener éxito.

Aquellos que han estudiado las complejidades de una página del Talmud comprenden que el estudio de la Guemará no es para principiantes. Primero uno tiene que tener un Rebe que le enseñe el alef-bet (el abecedario hebreo), que le dé clases de Jumash básico, de Mishná, de la ley judía (halajá), y muchos conceptos judíos importantes más antes de poder empezar a comprender el debate talmúdico. Del mismo modo, en toda relación interpersonal, uno tiene que estudiar y comprender a la otra persona antes de poder realmente estar cerca de ella.

¡Cuánto más se aplica esto cuando se trata de establecer una cercanía con Dios! Cuando nos sentimos alejados o luchamos por vivir una vida con sentido, es porque no sabemos cómo derribar las barreras espirituales que nos dificultan la relación con Dios. Necesitamos un Rebe que nos tome de la mano y nos explique el “tema” más profundo de todos. Una vez que hayamos estudiado con este gran maestro, entonces, por más lejos que podamos estar o por más difícil que la vida pueda parecer, vamos a poder acercarnos a Él y crecer cada vez más.

Yosef fue esa clase de maestro. Dice la parashá de esta semana: “Estas son las generaciones de Jacob: Yosef tenía 17 años de edad. Siendo un joven, cuidaba de las ovejas con sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, mujeres de su padre” (Génesis 37:2). Rashi explica que Yosef es llamado “las generaciones” de Jacob debido a que era el epítome de lo que Jacob representaba. Así como su padre acercaba a los que estaban lejos, lo mismo hizo Yosef. Él es llamado “pastor”, que es el epíteto con que la Torá designa a cada genuino líder judío. Y se especifica su edad, diecisiete años, porque tiene valor numérico de TOV (bien, bondad). Yosef era completamente bueno y amable con todos.

Por lo tanto, él logró identificar los buenos puntos de incluso las personas de más bajo nivel, y hacer que retornaran a Dios. Para hacerlo, se rebajó a sí mismo, jugando con los hijos de Bilhá y Zilpá, las concubinas, quienes representan a los judíos de nivel inferior. Yosef comprendió que para que ellos pudieran elevarse a altos niveles espirituales, él tenía que compartir su conocimiento de Dios con ellos, al nivel de ellos. Eso fue lo que lo hizo un grande, más que sus hermanos, que también eran pastores.

Únicamente el verdadero Tzadik, que percibe la Divinidad al nivel más sublime, puede irradiar espiritualidad y Torá al resto de la gente, por más enfermos que estén. Únicamente él puede realmente curarnos, de modo que podamos finalmente vivir una vida plena de sentido. Este Tzadik existe. Ojalá tengamos todos el mérito de encontrarlo y apegarnos a él. ¡Amén!

 

Basado en Likutey Halajot, Hashkamat HaBoker 4

 

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