El esfuerzo no es en vano

Cuando una persona quiere volverse religiosa y servir a Dios, al principio se siente abrumada y se llena de confusión y frustración.

Cuando una persona quiere volverse religiosa y servir a Dios, al principio se siente abrumada y se llena de confusión y frustración. Encuentra muchos obstáculos en el camino y no logra decidir qué va a hacer. Cuanto más uno desea servir a Dios, con más dificultades se topa.

El esfuerzo y el sufrimiento que implica ese intento frustrado no son en vano. Todo eso es una ofrenda para Dios.

Todo el entusiasmo que siente esta persona al tratar de hacer buenas acciones es algo muy preciado, incluso si al final no logra su objetivo. Todo su esfuerzo es considerado un sacrificio de su parte, en el sentido de “Por amor a Ti, nos matan a diario; se nos cuenta como ovejas para el sacrificio” (Salmos 44:23). El Tikunei Zohar (#21, 59a) explica que este versículo se refiere tanto a la plegaria como al sacrificio. Por lo tanto, incluso si tu plegaria no es perfecta, cada esfuerzo que haces equivale a ofrendar un sacrificio.

Lo mismo ocurre con todas las formas de devoción. Es posible que desees perfeccionarte y santificarte, pero te des cuenta de que te resulta imposible. No obstante, el esfuerzo y el sufrimiento que implica ese intento frustrado no son en vano. Todo eso es una ofrenda para Dios.

Siempre haz tu parte, haciendo todo el esfuerzo posible por servir a Dios lo mejor que puedas. Sea cual fuere la tarea que debes llevar a cabo, llévala a cabo con todas tus fuerzas. Sigue adelante incluso cuando parecería que todo tu esfuerzo es en vano. Haz todo lo que puedas y Dios hará lo que sea bueno a Sus ojos.